Un descubrimiento extraño fue el que realizó Dalila Padrón
Luna en el año 2015, al barrer y trapear el piso de la cuarta habitación del
museo descubrió la huella de un pie desnudo plasmada en el cemento, lo curioso
de este hecho es, que era la única huella en todo el piso de la habitación y
que estaba ubicada casi en el centro de la misma, siendo inexplicable que no
existan más huellas de pies desnudos en el piso.
Un día, en ese mismo año, la escritora Cleo Gordoa de la Tejera
con dos escritoras más, iban a realizar una presentación de libros a las 7 de
la tarde. En esa ocasión El Güero había retrasado su regreso al museo porque
supuso que las escritoras no iban a estar temprano ya que no había recibido
notificación de ellas durante el transcurso de la mañana.
Después de esperarlas y cómo para él ya era tarde, decidió
cerrar el museo e irse a su casa a comer, cuando se disponía a degustar sus
ricas viandas recibió una llamada avisándole que ya estaban las escritoras
afuera del museo, él rápidamente suspendió su comida y se fue en un taxi a
abrir el museo;
al llegar al lugar y después de saludar intentó abrir el museo,
pero no pudo, por más esfuerzos que hizo no logró abrir la chapa de la puerta,
otros intentaron hacerlo pero sin éxito alguno, para solucionar esto decidieron
hablarle por teléfono a un cerrajero, desgraciadamente todos los cerrajeros a
los que les hablaron estaban ocupados y no podían ir a abrir la puerta en ese
momento.
Un vecino del museo ofreció conseguir una escalera para
brincarse e intentar abrir la puerta desde el interior, las escritoras y los
invitados por su parte, consiguieron por teléfono y a través de diversas
amistades, otra sede para su evento y se despidieron del Güero agradeciendo su infructuosa
colaboración, minutos más tarde, cuando el público y las escritoras ya se
habían marchado, llegó el vecino con la escalera y se introdujo al museo cuyo
interior ya estaba oscuro.
Cuando el vecino llegó a la puerta, iluminándose con la
lámpara del teléfono celular, descubrió que la puerta tenía puesto el seguro.
Al abrir la puerta le dijo al Güero: Tenía puesto el seguro, a lo que este le
contestó: ¡Yo cerré con llave por fuera!, el vecino en forma de broma exclamó:
¡A la mejor fue el fantasma que no quería que estuvieran aquí las poetas!, los
presentes soltaron la carcajada ante este comen-tario. Después de cerrar y
abrir varias veces la puerta con llave desde afuera, ésta nunca se cerró con
seguro, quedándoles claro a todos que era necesario hacerlo manualmente desde
el interior. Hasta hoy es un enigma del porqué tenía la puerta el seguro puesto
si en el interior del museo no había nadie.
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