Antigua calle "Ponce" hoy Gabriel Mtz. (casi con Madero).
Llegando la chusma a los suburbios,
don Benito Ponce, capitán que fue del Regimiento activo de San Luis, y que en
la actualidad era Comandante e Escuadrón de la Guardia Nacional, con un piquete
de caballería pudo contener por cerca de cuatro horas el feroz empuje del
enemigo, saliéndole al encuentro por cuantas calles aquel pretendía hacer su
entrada. La sola presencia de este valiente oficial con el corto número de
soldados y vecinos que lo acompañaban infundía tal terror a los sublevados que
no osaban cargarle por donde se presentaba, obligando a cada momento al enemigo
a variar sus movimientos, hasta que una bala malhadada atravesó el pecho del
malogrado y valiente Ponce. (La calle donde perdió la vida Ponce, es la que
llevó su apellido).
“El Sr. Cura de la ciudad y su vicario,
cumpliendo con su sagrado ministerio de no abandonar en el peligro a su rebaño,
se apersonaron en aquellos momentos a Quiroz, pretendiendo la promesa de que no
se cometieran más horrores, y aunque se dice que aquel bandido ofreció que no
habría más asesinatos, ¿Quién puede confiar en la promesa de un salteador
semejante?
Hasta el momento de la salida de
algunas personas que han llegado a esta Capital, se sabía que algunas casas
habían sido incendiadas y otras completamente saqueadas.
El coronel don Valentín Cruz que no se
encontraba en el Jabalí cuando la sorpresa de la Sección a su mando, llegó el
mismo día viernes a la Pastora, en unión de don José Ma. Verástegui, teniente
coronel de la Guardia Nacional de la que era Comandante el pudoroso Ponce”.
Algunos días después, el mismo
periódico “La Reforma”, publicaba otras noticias recibidas por el Gobierno:
“Un don Manuel Verástegui y un su
hermano don José Ma. A quienes solo el traje puede hacerlos pasar por personas
decentes; porque en cuanto a virtudes y nobleza de alma son bastante conocidos
estos dos individuos y tal algún otro, han tomado parte muy activa en la
sedición y son hoy los directores de ella… Sabemos muy bien que don José María,
dueño quien sabe como, de la hacienda del Jabalí, estaba en contacto con
Quiroz, que le suministraba recursos, que recibía y pagaba sus libranzas, que
estando últimamente prisionero del Sr. Cruz, un hermano de Quiroz, éste, por
medio de dicho don José María que cuidó de que aquel jefe no supiera el cercano
parentesco del prisionero con el jefe de la Sierra, negoció su libertad días
antes del nueve del actual.
Se sabe, en fin, que ha dado a Quiroz
una comida para solemnizar su triunfo, por el cual ya le había felicitado desde
Pastora al día siguiente de su entrada en Río Verde.
Don Manuel aparece, por su lado,
director de la asonada. Este también ha tenido hace tiempo sus inteligencias
con los de la Sierra; Procuró hacen días ver si podía pillar cinco mil pesos al
Gobierno, que pedía con el pretexto de que con esa suma acabaría
diplomáticamente con la sublevación, y como es bastante conocido como hombre
perverso y era notoria su avidez para hacerse de dinero, se le despreció, y
hoy, como decíamos, aparece haciendo el ridículo y criminal papel de director
de ladrones, de Jefe Político y comandante principal de Rioverde…”
Bien sabido es, que en todos los
tiempos los hacendados habían jugado con dos barajas para salvar sus intereses.
El Gobierno establecido no podía, en
muchas ocasiones controlar la situación, de allí la necesidad perentoria en que
se veían los propietarios de entrar en componendas con los de la facción
contraria, llámense revolucionarios, llámense ladrones.
La impugnación hecha a don José Ma.
Verástegui, (abuelo del que esto escribe) de que era dueño “quien sabe cómo de
la hacienda del Jabalí”, no fue más que uno de tantos medios de que se valían
los descontentos” para denigrar a una persona; pues en ese mismo año, el
referido don José Ma. Había comprado (fiada) la mencionada hacienda al general
retirado don Francisco Vital Fernández, rico propietario de Saltillo.
Sabemos que el jefe de la Sección de
Guardia Nacional lo era el coronel Valentín Cruz y también don José María era
Teniente Coronel del Regimiento de Guardias Nacional y ambos se encontraban
ausentes a la llegada de Quiroz.
Lo que no sabía el gobierno, ni los
redactores de La Reforma, era que los
dos jefes eran secretamente enemigos del gobierno, de allí que su ausencia
fuera “justificada”. El único que resultó dañado, y para siempre, fue el
infeliz comandante Ponce, que perdió la vida en el cumplimiento de su deber.
Don Manuel era revolucionario por afición
a los pesos, más como adelante lo veremos, le fallaron sus planes.
Algo que vino a agravar el malestar
general contra el gobierno del Estado fue el haber expedido el Congreso “con
objeto de activar la pacificación” el siguiente Decreto:
“El Congreso Constitucional del Estado
se ha servido decretar los siguiente:
Artículo 1º.- Es imperiosa la
necesidad en que actualmente se halla el Estado, motivada por la invasión de
los facciosos de Sierra Gorda y por los amagos de un trastorno general.
Artículo 3º.- El Gobierno en virtud de
las facultades que se le conceden en el artículo anterior, podrá disponer de la
vida y propiedades de los habitantes del Estado.
Artículo 4º.- El Gobierno en la
primera reunión del Congreso, después del término señalado, dará cuenta del uso
que haya hecho de las facultades que se le conceden, por el presente Decreto.
Por lo tanto mando se imprima,
publique y se cumpla.- San Luis Potosí, marzo 11 de 1849.- Julián de los
Reyes.- Por falta de Secretario.- Sebastián Blanco. Oficial Primero.”
¡Echarle combustible al fuego para
apagarlo! No es cosa del otro jueves que los gobiernos dispongan de las
propiedades de los ciudadanos; pero que para lograr sus fines se estableciera
en decreto el derecho de que el gobierno pudiera disponer de la vida de los
habitantes del Estado, fue algo que sacó de quicio a muchos ciudadanos y el
resquemor fue tanto, que a la larga tuvo que dar resultado. Vamos ahora a
darnos cuenta que las lucubraciones de don Manuel.
“Plan Político y Eminentemente Social,
proclamado en esta ciudad por el Ejército Regenerador de Sierra Gorda.
Artículo 1º.- El ejército Regenerador
reconoce la Constitución Federal de 1824 y el Acta de Reformas de 1847.
Artículo 2º.- Reconoce también al
gobierno general de la nación por legítimamente constituido y a los altos
funcionarios que en la actualidad lo forman.
Artículo 3º.- El orden de las cosas de
San Luis volve5rá al estado que guardan antes del 6 de enero de 1848; y en
consecuencia, volverán a sus puestos los excelentísimos señores don Ramón
Adame, don Mariano Ávila y los demás funcionarios públicos de aquella época,
por haber sido lanzados revolucionariamente de los empleos en que habían sido
legalmente constituidos.
Artículo 4º.- El ejército permanente
será disuelto por completo dentro del perentorio término de un mes contado
desde esta fecha y la fuerza armada de la repúblicas se compondrá de Guardia
Nacional.
Artículo 5º.- Los legisladores
premiarán a los jefes, oficiales y tropa permanente que haya prestado buenos
servicios a la Nación calificados por una Junta de Notables que se formará con
tal objeto.
Artículo 6º.- El clero será reformado
conforme lo exige el bienestar de la República, para moralizar a sus individuos
y para arrancar de sus manos ese poder político tan formidable y tan
perjudicial a las libertades públicas, que han tenido siempre por sus
cuantiosas rentas y poca ilustración a las masas.
Artículo 7º.- Ningún culto será
tolerado en la República más que el Católico Apostólico Romano.
Artículo 9º.- Para quitarles el
aspirantismo a los empleados públicos, tan generalizados entre los mexicanos,
serán servidos por cargo concejil todos los destinos de elección popular.
Artículo 10º.- El Congreso General se
ocupará de toda preferencia en dictar5 leyes verdaderamente justas y sabias que
arreglen la propiedad territorial bien distribuida, a fin de que la clase
menesterosa del campo mejore su situación.
Artículo 11º.- Se erigirán en pueblos
las haciendas y ranchos que tengan de mil quinientos habitantes arriba, en el
casco, y los elementos de prosperidad necesarios, y los legisladores arreglarán
el modo y términos de la distribución de las tierras y de la indemnización a
los propietarios.
Artículo 12º.- Los arrendatarios de
las haciendas y ranchos sembrarán las tierras a una renta moderada y de ninguna
manera a partido, y los propietarios estarán obligados a repartir entre
aquellos los terrenos que no sembraren por su cuenta.
Artículo 13º.- Los arrendatarios
dichos no pagarán ninguna renta por piso de casa, pastura de animales de
servicio, leña, maguey, tuna, lechuguilla y demás frutos naturales del campo
que consuma con sus familias.
Artículo 14º.- Ninguna faena harán los
propios arrendatarios ni servicio alguno que no sea justamente pagado.
Artículo 15º.- Los peones y alquilados
que ocuparen los propietarios, serán satisfechos de su trabajo en dinero, o en
efectos de buena calidad y a precios corrientes de plaza.
Artículo 16º.- Los habitantes de la
{sierra Gorda que han defendido y defienden con las armas en la mano este plan
político y eminentemente social, quedarán exentos de toda contribución directa
o indirecta, y del pago de obvenciones parroquiales, en justa retribución de
sus buenos servicios.
Artículo 17º.- Los expresados
habitantes de la Sierra Gorda recibirán del Gobierno General, un despacho en
que conste la clase en que han servido cado uno a las órdenes de don Eleuterio
Quiroz, jefe del Ejercito Regenerador, para que les sirva de credencial a fin
de gozar de las franquicias que se les concede en el artículo anterior.
Artículo 18º.- El referido Jefe don
Eleuterio Quiroz, obtendrá del Gobierno general, despacho de Coronel de la
Milicia Nacional, cuyo empleo gozará ad
honorem, y se le asignará una pensión de cien pesos mensuales durante su
vida, en la comisaría de guerra de Guanajuato, y por ningún caso se le quedará
a deber cantidad alguna, aún cuando la caja carezca de recursos; pues en tal
evento, se sacará el dinero de cualquier otro fondo público.
Artículo 19º.- Los Jefes subordinados
del señor Quiroz disfrutarán una pensión mensual de sesenta pesos durante su
vida y serán pagados con la misma exactitud que al señor Quiroz.
Artículo 20º.- La clase de tropa de
sargento abajo, disfrutarán de entera libertad para vivir sin ser molestados
por autoridad alguna y disfrutarán de los privilegios y franquicias que este plan
le concede a la clase de proletariados.
Artículo 21º.- Los oficiales de
capitán a bajo disfrutarán de treinta pesos mensuales y serán pagados con la
misma exactitud que al señor Quiroz.
Artículo 22º.- Tan luego el Gobierno
General cumpla con las obligaciones que este plan existe, se retirarán a sus
casas pacíficamente todos los habitantes de la Sierra Gorda y entregarán las
armas que serán de munición, cuyo jefe las pondrá en manos del comisionado que
nombre la superioridad, con lo cual dará por concluida la presente revolución.
Dado en Rioverde a 14 de marzo de
1849. Eleuterio Quiroz.- Manuel Verástegui. Secretario.”
Después de leer el famoso plan nos
podemos dar cuenta que don Manuel se adelantó a su tiempo con mucha ventaja;
aunque algunos de sus postulados eran inadmisibles como el artículo 4º. En que
pide la disolución del ejército.
El 8º pide la abolición de los fueron
que cuando se llevó al efecto diez años después provocó la Guerra de Tres Años.
El 10º y 11º los puso en práctica el
actual gobierno, es decir, el gobierno de la Revolución, menos en un punto: la
indemnización.
En el 12º se originó la ley de Tierras
Ociosas.
El 14º en que el trabajo, sino
voluntario, debía ser pagado, y para terminar, el 15º prácticamente descarta
las tiendas de raya.
En esta época, me refiero a la de don
Manuel, todo aquello sonaba a sueño; pero a su tiempo se convirtió en realidad.
Don Manuel confesó paladinamente que
él no tenía tierras; pero sus parientes las tenían en cantidad. ¡Qué fácil es
saludar con sombrero ajeno! Pero también dio la pauta para que el gobierno de
la revolución obrara en la misma forma.
En el mes de mayo Quiroz se puso en
comunicación con el Gral. Bustamante para tratar un avenimiento pacífico y el
encargado de las negociaciones, como es fácil imaginar, fue don Manuel.
“División Bustamante.- Excelentísimo
señor: Los sublevados de la Sierra ocurrieron al Supremo Gobierno por medio del
C. Manuel Verástegui, y éste, dirigiéndose primeramente a mí y luego a los
señores generales Díaz de la Vega, Uraga y Canales, en solicitud de que se
proporcionase un advenimiento pacifico para poner fin a la prolongada y desoladora
guerra que por tanto tiempo y merced a la fragosidad y a otras infinitas causas
locales del terreno que ha sido teatro de la guerra, no menos que a las
circunstancias de los individuos que la sostienen, amenaza con una duración
indefinida y no infundadamente, por su propagación en muchas partes de la
República.
“El Supremo Gobierno, pesando todo
esto y tomando en consideración las instancias para solicitar aquel
advenimiento, que por ser tan repetida vinieron a tener los visos de sinceras,
no ha podido ser indiferente a las esperanzas de los inmensos bienes que para
el Estado del digno cargo de vuestra excelencia y para la nación toda, van a
seguirse de que se establezca en la Sierra el orden y la tranquilidad. El gobierno
no ha debido tampoco echar sobre sí la responsabilidad que en cualquier tiempo
tendría, si se negase a tocar los medios de hacer dignamente, y acaso a
poquísima costa, la paz, termino preciosos de toda guerra.
“Por lo mismo he recibido orden de su
excelencia el Presidente para nombrar comisiones que escuchen las pláticas de
paz, solicitadas e iniciadas por los sublevados y yo he dado cumplimiento
autorizado a los señores coronel de Ingenieros don Luis Robles y don José
González de Cosío, para desempeñar aquella comisión, habiendo marchado ambos a
la misión de Arenedo, punto señalado para las conferencias.
Creo es un deber participarlo a
Vuestra excelencia como tan interesado en la pacificación de la Sierra y al
mismo tiempo le comunico que a fin de dar mayor responsabilidad a los tratados
y con el objeto de robustecer la línea que tiene a su frente las fuerzas
reunidas de los enemigos, voy a trasladar mi cuartel general a Casas Viejas, o
a la hacienda de la Noria de Charcas.
Reproduzco a vuestra excelencia las
seguridades de mi aprecio.- Dios y Libertad. Querétaro, mayo 11 de1849.- Anastasio
Bustamante. Sr. Gobernador de San Luis Potosí
Echos de Armas en Rioverde. E.V. por Jose de Jesus Alvarado Orozco
Fotografia: Lic. Elena Rodriguez de la Tejera
Deberían CORREGIR este despropósito de haber cambiado el nombre original e histórico de la calle del Capitán Ponce por el que ahora tiene, por razones meramente políticas de hace unos años, hay otras muchas que bien pueden llevar ese nombre del respetado doctor, todas las calles del centro histórico llevan nombres de la historia antigua de nuestro pueblo como lo muestra la narración histórica del valiente militar y Comandante Benito Ponce. (La calle donde perdió la vida, es la que llevó su apellido y bien merecido que lo tenía). Hasta unos años en un acto de cabildo abyecto y culto a la personalidad de quien fungía entonces como Alcalde se le cambio el histórico nombre.
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