martes, 2 de octubre de 2018

La Revolución de la Sierra Gorda 1/2 Xichu - Rioverde


Xichu Gto.

P oco tiempo después de haberse firmado el tratado de Guadalupe Hidalgo, por medio del cual quedamos obligados a entregar a los acorazados yanquis la mitad de nuestro territorio, el Gral. Paredes y Arrillaga entró furtivamente al país, pues se encontraba en el ostracismo.

El Gral. Paredes y Arrillaga acaudilló una revolución cuya bandera era el desconocimiento de dicho tratado y algunos otros postulados.
Los agentes del general comenzaron a trabajar activamente en los estados de Guanajuato, Aguascalientes y San Luis Potosí. En este último lo era don Manuel Verástegui quien encontró, muy a la medida del deseo, a un joven bandido, valentón y audaz que tenía, para colmo de ventura, la excelente condición de ser analfabeta.

El tal llevaba el nombre de Eleuterio Quiroz, ranchero nacido en la Sierra Gorda, donde era muy estimado por las magníficas cualidades que ya quedan expuestas; ya que es bien sabido que entre nosotros los bandidos y valentones gozan del respeto y admiración de las gentes de su misma ralea.

Don Manuel se constituyó en asesor y secretario de Quiroz y en cumplimiento de su cometido, confeccionó un “Plan Regenerador y Eminentemente Social”, uno de cuyos puntos básicos era el reparto de la tierra. No es pues a Zapata, ni a Soto y Gama, a quien corresponde la primacía en este anhelo de reivindicación, sino a don Manuel, que como Sota y Gama, escogió un bandido con prestigio entre los suyos para enarbolar la bandera agrarista.

Los sublevados hicieron circular una proclama concebida en los términos siguientes:
“Comandancia General de la Sierra de San Agustín, del Ejercito Remunerador de la Libertad e Independencia Constitucional.

Mexicanos: Acaba de consumarse la obra que la ingratitud y la traición comenzaron en 1845. Más de la mitad de la República se vendió al enemigo invasor por una suma despreciable, el resto de nuestro territorio quedará ocupado por los mismos soldados norte americanos convertidos en guardias del traidor Peña, para sostener el crimen más atroz que vieran los siglos pasados.

Los pasados nos recuerdan al Conde don Julián entregando a su patria por un resentimiento personal; pero este hecho horroroso ninguna comparación tiene con el de Peña. Aquel malvado, ciego de cólera, hizo entrar en España a los moros, exponiéndose per5sonalmente, más éste, para conservar el poder, vende a su Patria sin el menor riesgo, después de haber desarmado a la Nación extinguiendo el espíritu público, y queriéndola persuadir que su afrenta es un bien, que su oprobio es un honor y que el estado humillado en que se ve postrada a los pies del enemigo, es una posición brillante de un porvenir lisonjero.

¿Y Será posible, americanos, que sufráis tranquilos e impasibles tanta afrenta? ¿Veréis con sangre fría vendidos a vuestros hermanos de California, Nuevo México, y Tejas, a esos valientes que constantemente se han batido como una guardia vuestra, para sostener la religión, las costumbres y la nacionalidad a México?
¡No! no, no, mil veces no!; pequeños en número los que subscribimos pero resueltos a perecer en sostener los más caros intereses, os invitamos que a nuestro ejemplo, empuñéis las armas contra el traidor gobierno, levantando la bandera de la insurrección. A ella apelaron España, México y otras naciones para sostener su independencia y lo logaron; hagamos ahora lo mismo proclamando los siguientes artículos:

1º.- sostener a toda costa nuestra religión, C. A. R., por no haber conocido otra secta en la República.

2º.- Respetar el culto de la Iglesia y sus ministros todos.

3º.- Sostener los fueros militares exceptuando a los que sostengan la iniquidad de la venta de la República por los traidores a Scott.

4º.- No dejar de la mano las armas por el sacrosanto sistema de la federación.

5º.- Todos los ciudadanos que fueren amantes de su país natal y tomaren las armas en defensa de la causa que luchamos será examen de sus servicios y serán condecorados.

6º.- Cualquier clase de persona que se acogiera con el que se apellida gobierno, a sostener la venta de la Nación, vendida a los norteamericanos en 15 millones de pesos, será aprehendido como traidor de la ilesa (sic) nación y sufrirá el castigo que le demarquen las leyes del actual sistema, confiscándole todos sus bienes.

7º.- No se forzará a ningún ciudadano a que por fuerza preste los auxilios que no tenga, ni imponer la pensión no contando con ningunos bienes, mucho menos inferirle alguna tropelía, ni a su familia, a menos que por datos positivos se sepa que pertenezca a los hijos de Fernando el bruto.

8º.- Todos los beneméritos mexicanos que han prestado auxilio para la segunda Brigada que de un año a esta fecha sostenemos a esta causa, será respetados con sus familias, con el pudor que sea necesario a su delicadeza.

9º.- Toda clase de señores oficiales, sargentos, cabos o soldados, que por cohecho o soborno deje comprar su opinión para ser contrario al actual sistema, será pasado por las armas pues así nos enseña el que se apellida gobierno.

10º.- Por todas las partes por donde transitare esta 2ª Brigada se respetarán las autoridades; pues para todos los auxilios que fueren necesarios, se contará con ellas y sólo se exceptuará la que echaren a huir sin tener ninguna contestación; pues se comprenderán como tales enemigos.

11º.- No podrá exigirse a ningún ciudadano contra su voluntad, mucho menos el que tenga impedimento físico, pues si observare con algún interés de esta parte sus propiedades se quiera exigir, se tomarán la reglas providenciales que fueran necesarias.

12º.- A ninguna clase de jefes u oficiales de los que se hallan en esta sección del actual sistema, les será permitido tener conferencias ninguna por otro gobierno que no sea el actual y para el efecto, será con pleno conocimiento del E. S. Gral. En Jefe de la Sección del Ejército Remune45rador de la Libertad e Independencia Constitucional, don Mariano Paredes y Arrillaga o por el segundo su voz, Gral. Don Eleuterio Quiroz. Pueblo de Xichú.- Octubre de 1848.

La proclama transcrita es, en parte, la que lanzó el Padre Celedonio Domeco de Jarauta, en Lagos el 1º de junio de 1948. (En San Luis Potosí hay una calle con su nombre Domeco).

En el primitivo plan del Padre Jarauta los artículos se reducían a los cinco siguientes:
1º.- Se desconoce el actual gobierno por haber traicionado a la Nación.
2º.- Reasumen, en consecuencia, los Estados su soberanía.
3º.- Los mismo acordarán los medios de reemplazar al gobierno decaído.
4º.- Los excelentísimos señores Gobernadores de los Estados designarán la persona o pe4rsonas q2ue deban mandar las fuerzas que haya en ellos.
5º.- Las fuerzas del ejército permanente que se adhieran a este plan, quedarán, conforme la ordenanza, a las órdenes del Jefe o general de más graduación de los que lo secunden.

Este plan fue ampliado en parte por Arrillaga; pero son Manuel, amante de las antiguas historias, metió en la exposición del plan, al conde don Julián, del que a buen seguro ninguno de los que leyeron supieron quien era ese personaje.

Reunido Paredes con Jarauta, ocupó el 15 de junio la ciudad de Guanajuato.
Don Anastasio Bustamante reunió sus tropas con las del Gral. Miñón, las del general Yáñez y algunos cuerpos de caballería del Gral. Lombardini y con esos elementos atacó a Guanajuato el día 18 de julio.

Los alzados no resistieron mucho y el Padre Jarauta fue hecho prisionero en el cerro “Gritería” por el capitán Vicente Camacho y el sargento Domingo Celaya. El fraile guerrillero fue pasado por las armas tres horas después de haber sido aprehendido, en la plaza de la Valenciana.

Se dice que Jarauta, antiguo guerrillero carlista, era inclinado a todo lo que significase reacción conservadora y estaba habituado al desorden y la indisciplina. Jarauta se hizo guerrillero contra los norteamericanos por sus mismas inclinaciones a la revuelta, no por simpatía al país a donde lo trajeron las derrotas de sus cófrades en España.

Si algún mérito llegó a adquirir como jefe de partida contra los invasores, no por eso pudo creerse autorizado para volverse contra el país al cual quiso servir en nuestras guerrillas, que como sabemos, no todas supieron cumplir con su obligación y su mayoría perjudicaron grandemente a diversas localidades y a numerosos y pacíficos infelices.

El Padre Jarauta, o era un loco, o un hombre revoltoso, o que tuviera algo de Quijote y sintiéndose más papista que el papa, vino a pelar por un país que no era el suyo, recibiendo algunas heridas en su empresa. Esto es cosa que no debemos aclarar aquí por tratarse de puntos de historia general, lo único que puede decirs4e es, que pudiendo el gobierno tratar con más benignidad al prisionero, teniendo en cuenta sus servicios en la guerra del 47, no lo hizo.

En cuanto a Paredes y Arrillaga, junto con sus demás socios se escaparon en la madrugada del 19, sin que las fuerzas gobiernistas, ni nadie, se ocuparan de los en lo sucesivo, a pesar de saberse que estaban ocultos en la ciudad de México.

Esta larga mirada nos ha desviado del objetivo principal de la narración; pero sirve para dar a conocer el carácter ampuloso de mi tío abuelo don Manuel Verástegui; pues para muestra basta con un botón.

Los sucesos de marzo de 1849 en Rioverde se pueden conocer por los siguientes documentos:
“Dos ex6traordinarios llegados a esta Capital, uno en la mañana y el otro en la tarde del sábado 10 del corriente, trajeron la inesperada cuando la lamentable noticia de la derrota de la Sección del Gral. Valentín Cruz, en la hacienda del Jabalí, por los rebeldes de la Sierra en la mañana del 29 y entrada de estos a Ciudad Fernández y Rioverde

Todas las relaciones que se tienen sobre este infausto suceso, aunque discordes en algunos puntos secundarios, convienen enteramente en que el desastre ha sido debido, no a la superioridad numérica de las fuerzas del enemigo, sino a la falta de precaución y vigilancia que había en el campo de la fuerza del gobierno, y ni puede ser otra cosa, cuando la experiencia ha acreditado que los sediciosos no han presentado ninguna acción militar; pues los triunfos que han obtenido alguna vez, han sido por sorpresas momentáneas y repentinas que les han proporcionado las circunstancias que han sabido aprovechar.

Dispersadas y puestas en confusión la Sección del Jabalí, en la que pereció la mayor parte de la infantería, el enemigo se dirigió sobre Rioverde, atravesando por Ciudad Fernández en donde los vecinos hicieron una vigorosa resistencia.


Hechos de Armas en Rioverde. E.V. por Jose de Jesus Alvarado Orozco

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