lunes, 1 de octubre de 2018

La Guerra con los Estados Unidos y la participacion de Rioverde



L os rioverdenses que tan apáticos se mostraron durante la guerra de Independencia y que en las sucesivas convulsiones políticas casi no dieron color, si se exceptúa el levantamiento del Gral. Esteban Moctezuma, al tener noticia de la invasión norteamericana se llenaron de patriótico ardor.

Muchos planes se hicieron en “mesa redonda”; pero de allí no salió nada efectivo, hasta que siguiendo su propia inclinación, don Paulo Verástegui, segundo de este nombre, lanzó la siguiente proclama:

Invitación
“El que suscribe, propietario de la hacienda de San Diego y ot5ras fincas de campo en el Distrito de Rioverde, para organizar una guerrilla contra el invasor, invita a los arrendatarios de ella, de Cieneguilla, Tecomates, Gallinas Adjuntas, Chupaderos y Tamasopo, a que concurran con él a formar una guerrilla de voluntarios que cuando llegue el caso, hostilice y persiga al ejército Norte americano y le haga una guerra tenaz y continua en justa defensa de nuestros derechos y de nuestro honor ultrajado.
Al efecto manifiesto: que si así como todos y cada uno de los mexicanos estamos obligados a defender nuestra nacionalidad, tomaremos las armas personalmente porque ha llegado el caso de que la Nación toda se levante a tomar venganza y reparación de los agravios que ha recibido, yo, personalmente, así lo haré también, quien además de emplear parte de los bienes que tengo en ayudar a mis compañeros de armas, para que nunca por ningún pretexto las dejen de la mano, ni se retiren del teatro de la guerra hasta morir gloriosamente, o haber acabado con la infame horda de salvajes que han soñado con la conquista de este hermoso país y de la esclavitud de nuestra raza.

Deseo lo mismo crear otro estímulo y recompensar en cuanto me sea posible, a los que conmigo quieran cumplir este tan sagrado deber por la Patria que hoy más que nunca reclama de todos sus hijos. Propongo lo Siguiente:

1º.- Todo aquel de mis arrendatarios que voluntariamente quiera alistarse en mi guerrilla, ofrezco perdonarle la renta de su casa y de sus animales desde el tiempo que empiece a servir en ella y mientras dure la guerra.
2º.- Además de ésto, a las familias de los que tomasen las armas se les dará por mis encargados en cada rancho, dos almudes de maíz y un cuarterón de frijol semanariamente para su manutención, y esta mientras lo haya en mis trojes y bodegas y por el tiempo que asistan a la campaña.
3º.- al que pusiese su caballo, silla y armas, si alguno de estas cosas perdiere en el servicio nacional, será pagado su valor por mí a la conclusión de las hostilidades, previa debida justificación.
4º.- En todas mis tierras de sembradura serán preferidos para obtenerlas los que se alisten en la guerrilla y no podrán considerarse con derecho a ellas los que permanezcan egoístas y sordos al clamor de la Patria.
5º.- a los que por desgracia quedaran inutilizados, y las familias de los que muriesen en acción, les asignaré de mi propio peculio una pensión arreglada a las circunstancias.
6º.- Todo aquel de mis compañeros que se distinga por su valor y su actividad en la guerra en grado heroico, concluida ésta le asignaré una recompensa vitalicia en la proporción debida, que consista en bueyes, tierras de sembradura o bestias que les proporcionen el descanso a que se haya hecho acreedor por su buen comportamiento.

7º.- Todo el botín que la guerrilla llegue a hacer al enemigo, será religiosamente y proporcionalmente repartido entre los individuos de ella, según previene el reglamento del Estado, y la parte que a mí como jefe, pudiese algunas vez tocarme, la cedo a favor de mis compañeros.
8º.- La guerrilla se pone bajo la protección de la memoria del Benemérito General Hidalgo, padre de la Independencia Mexicana y toma su ilustre nombre que llevará en un estandarte con el siguiente lema: ¡O mexicanos o yanquees en territorio Mexicano! Guerra eterna entre ambas razas hasta que una u otra acaben en este país.

Bajo estas bases invitó al alistamiento voluntario para el que quedan abiertos los registros en las casas de los encargados de los ranchos, a donde podrán ocurrir a alistarse los que gusten, expresando de qué manera para las respectivas disposiciones.

Por tanto, éxito el patriotismo de todos, y en virtud de él, espero que se haga por mis arrendatarios un esfuerzo digno que coopere a la salvación de su Independencia.
San Diego – mayo 20 de 1847 – Paulo Verástegui.

Según la tradición de familia, se alistaron “como” ciento cincuenta hombres de entre los arrendatarios, predominando los muchachos. No era muy “voluntario” el alistamiento, supuesto que el punto 4º establecía diferencias entre los que se alistaran y los que no lo hicieran.

Pero de las gentes del pueblo se incorporaron a la famosa guerrilla “como” 25 individuos, y estos si por puro patriotismo, puesto que no estaban comprometidos entre los arrendatarios.
Don Paulo proporcionó cabalgaduras para la mayor parte de la tropa, y exceptuando 120 fusiles que compró el referido, el resto de los elementos de combate se componía de una heterogénea colección de armas.

La guerrilla estuvo algún tiempo a la expectativa, ocupando su tiempo libre en el manejo de las armas, más como ni un solo “gringo” asomó las narices por Rioverde, habiendo llegado el Gral. Santa Anna a San Luis Potosí para reunir sus tropas, don Paulo dispuso reunirse con él, como lo efectuó enseguida.

La guerrilla asistió a la desastrosa batalla de La Angostura y desbandadas las tropas mexicanas, como es sabido, los miembros de la guerrilla regresaron a Rioverde, en pequeños grupos, no tardando en hacer lo mismo su jefe, quien se encontró con que no tenía tropa que mandar.

Ya no hicieron más los rioverdenses por instigación de alguien, pero bastantes individuos causaron alta por su propia voluntad. En cuanto a si hubo muertos, o quedaron algunos inutilizados en la campaña, no se sabe. Por lo menos, siguiera en esta vez los rioverdenses fueron a poner la barriga por una causa justa.

Echos de Armas en Rioverde. E V. por Jose de Jesus Alvarado Orozco

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