miércoles, 31 de octubre de 2018

Anecdotario sobre la radiodifusora XEEM, su fundador y 1os. Locutores. parte 2/5 Parte 2/4


Quiero hacer mención de la persona de Don Carlos Martínez como era conocido o don Carlos el de la difusora.

Don Carlos Martínez nació un 4 de noviembre de 1918 en la fracción de el Refugio, del municipio de Arroyo Seco, Qro. Su padre fue don Rafael Martínez y su madre doña María Guillen, y se casó con la señorita María Gertrudiz Sánchez Arvizu.

En sus inicios en Rioverde don Carlos vendía televisores y gas licuado, quizás era la competencia del “Chifuga”, o de Toño Valduvi.

Pero su ingenio siempre era patente en sus actos, pues diseñó la antena y siguió la fabricación de la misma en un taller de Rioverde.

El realizaba las reparaciones a su estación difusora, recuerdo que allá a principios de los sesenta inventa y fabrica un vehículo anfibio, que era un simple chasis de estructura tubular, con cuatro llantas de hule de esa de tipo carretilla, una barra y volante al centro en la parte delantera y un cajón acojinado que le servía como asiento, bajo el chasis le colocó varias latas mantequeras selladas, de lámina de manera que cubría toda la superficie inferior del chasis.

Impulsaba dicho artefacto un ventilador de seis aspas de aprox. 1.50 m de largo que era movido por un motor de petróleo que se utilizaban en las huertas para bombear aguas de las norias o en los molinos de nixtamal que había varios en el pueblo y rancherías.

Cuando realizó la prueba de flotación en la Media Luna, se hizo acompañar por su fiel trabajador Max o Machi, también un personajaso de a caballo en el viejo Rioverde, nos contaba Maxi en el estanquillo de don Daniel que estaba sobre la acequia que pasaba por la Placita de San Juan, que fue toda una aventura la que vivió ese día con Don Carlos, ya que tuvo su fallas dicho vehículo anfibio y a su regreso a Rioverde entraban por la calle Porfirio Díaz y ahí tomaban la calle Aldama que es donde estaba la difusora.

Como en aquellos años no estaba pavimentada ni una calle en Rioverde, ya se han de imaginar la polvareda que levantaba con las hélices a su paso el flamante vehículo anfibio, claro con el corredero de gente para ponerse a salvo de la polvareda, algunos muchachos gritaban “ahí viene Ciro Peraloca” con las consiguientes risotadas.

Quiero recordar que en aquellos años a la Media Luna solo se llagaba en solky, carretón o carreta y que no existía ningún árbol que dispensara su sombra, por lo que en semana santa, si había quince gentes en la Media Luna era mucha, algunos muchachos osados íbamos en bicicleta y ya sabíamos que en algunos tramos tendríamos que cargar con ellas al hombro debido a los lodazales que se hacían al reventarse las regaderas de las milpas y huertas.


LIC. IGNACIO CERVANTES ALVAREZ
Fotografia: Lic. Elena Rodriguez de la Tejera


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