Era fresquita la madrugada del 25 de
septiembre del citado año. El centinela apostado en el portón de la Presidencia
Municipal, enredado en mísera frazada dormitaba tranquilamente, galopar de
caballos en la plaza de armas lo hizo volver a la realidad.
Aquellos individuos que atacaban a la
población eran liberales, siendo conservadores lo de la guarnición. El
centinela dio la alarma cuando ya tenía casi encima a los atacantes, se libró
un pequeño tiroteo en que consumida la única carga de los fusiles, sus poseedores
apelaron a la fuga, saltando la pequeña barda que por el fondo separaba las
Casas Consistoriales de la escuela de niños.
El comandante don Juan Francisco
Saldivar, Jefe de los liberales, quizá no consideró necesario perseguí a los
fugitivos quedando en su poder un prisionero y ni un solo muerto; por lo menos
es lo que se presume, ya que no hay constancia relativa al caso en el Archivo
Parroquial.
Leocadio Bengoa se llamaba el
prisionero, el que tras de sumarísimo juicio, fue condenado a ser pasado por
las armas.
El cuadro para fusilar a Bengoa se
formó en el sitio de costumbre, es decir, en la plaza de armas, ya estando todo
listo, cuando sin darse cuenta de lo que sucedía, un español, algo sordo y
cegatón atravesó tranquilamente la plaza a espaldas del sentenciado, en el
momento en que se daba la voz de ¡fuego! Bengoa cayó acribillado; pero también
el español midió el suelo al recibir una de las balas que por cierto no le
estaban destinadas, pero que el azar le obsequió.
La herida recibida por el infortunado
gachupín fue causa de que falleciera al siguiente día y según se lee en la
partida de defunción “don José de la Presa murió de muerte desasastrada a
resultas de un balazo que recibió en el vientre; cuando estaban fusilando a
Leocadio Bengoa”.
Como no hay papeles de esa época no se
sabe cuando tiempo estuvieron los liberales posesionados de Rioverde; pero
todavía en el año siguiente había una guarnición de “carnitas” del Estado.
Echos de Armas en Rioverde. E.V. por Jose de Jesus Alvarado Orozco
Fotografia: Lic. Elena Rodriguez de la Tejera
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