lunes, 2 de abril de 2018

LA LUNA GRANDE DE MAYO – Parte 10 - FINAL - Eugenio Verástegui



No duró mucho esto. El nuevo Sacerdote dio una orden y el ídolo, lo mismo que el madero de los sacrificios fueron conducidos al lugar de donde fueran extraídos y en un momento quedaron sepultados.

Luego, los indios se despojaron de los vestidos de ceremonia, las pinturas fueron arrancadas restregándolas con tierra y en pocos momentos quedaron igual que antes, es decir, unos semivestidos y otros completamente en cueros. Levantaron la parihuela con el cadáver del viejo y sin más tardanza se pusieron en marcha.

El cuerpo del sacrificado fue abandonado para pasto de buitres y coyotes… por entre el espeso bosque que cubre el inmenso llano de Rioverde, se desliza aquella columna de gente que camina sin ruido y sin pronunciar palabra…

Es esto, una reconstrucción de la tradición que un pame, oriundo de Guaxcamá, que había peleado contra la intervención Francesca y peón del padre del que esto escribe, allá por 1911, relató más o menos, lo que sirvió para componer esta relación.

Lo curioso del caso que Sostenes Ortiz, pame de pura raza decía que él ya no era indio, pues había olvidado “la” idioma y nada más hablaba “castilla”. Y ¿Quiénes serían esos indios guerreros que venían del norte trayendo consigo a su sacerdote?

¿Por qué los “mecos” (así decía Sostenes a los chichimecos) trataban de poder a poder con los otros y se encargaban de apresar a la víctima propiciatoria?

¿Por qué, en fin, obligaban a los indios ya convertidos, a que asistieran a la cruenta ceremonia?

Sostenes era muy viejo. Su cabello, su bigote ralo y su barba de cabrito, eran de una blancura deslumbradora pero tenía su dentadura completa.

Aunque, como debe suponerse, era iletrado, su memoria era prodigiosa y recordaba con exactitud, no solamente las peripecias de los combates en que tomara parte, sino también los nombres de sus jefes inmediatos.

Sostenes, afirmaba que “su abuelo”, cuando era niño, había asistido a una de esas fechorías; pero hay que tener en cuenta que si bien Sostenes ya no era indio, por atavismo seguía llamando “abuelo” a uno de sus más remotos ascendientes, ya que por más viejo que hubiera sido ese “abuelo”, hubiera vivido a fines del siglo XVIII, cuando ya era imposible que se verifican sacrificios humanos, estando ya tan extendida la población y desmontadas grandes extensiones de terreno.

Y el tal sacrificio podía haber tenido lugar, ya que no hay otros que hubieran podido servir para el caso, en los cúes que se encuentran en el ejido de la Loma, o bien en la recién semi explanada (actualmente) de la zona arqueológica de “La Manzanilla”, situada en el ejido de “El Refugio”, C. Fernández. Zona que acusa haber tenido, en época muy remota, una gran densidad de población.

Y hay más. En un fragmento de hoja con escritura de la que se estilaba en la mitad del siglo XVII, (que se encuentra en el archivo de la Parroquia, entre otras cosas se lee, (incompleta) esta frase:… y se queja el padre Oviedo, que en algunas noches los indios abandonan el pueblo y se van a los montes seguramente a practicar sus idolatrías y no quieren decir ni…

De manera que el tal sacrificio se verificaba, a una distancia de unos doce kilómetros al poniente de ¡La Custodia de Santa Catarina Virgen y Mártir del Rioverde...!


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