Estábamos tan concentrados en
este enigmático tema que al Guti se le ocurrió preguntar qué haríamos si
viéra-mos un OVNI, el Memo contestó rápidamente: ¡Tomaría-mos fotos como
evidencia!, yo comenté enseguida: ¡Ni cá-mara tenemos!, el Guti levantó la cara
hacia el oscuro cielo y sorprendido continuó preguntando: ¿Y cómo le tomamos
foto a esos que van allí? -dijo señalando hacia arriba de mi casa- supusimos
que era una de sus bromas y el Memo que estaba junto a Guti le replicó enseguida
frente a su cara: ¡No mámeees!, el Guti se puso de pie y señaló hacia el cielo
nuevamente.
Todos volteamos enseguida a
donde él señalaba y vi-mos que en el cielo negro iban pasando unas veinte bolas
fosforescentes, como a 15 metros de altura por encima de mi casa, rápidamente
nos pusimos de pie y las seguimos corriendo por la calle, sin dejar de verlas,
para saber de qué se trataba, ya que éstas iban navegando paralelas a la ca-lle
de Ramón Adame de norte a sur, obviamente iban más rápido que nosotros y
dejamos de seguirlas por la calle de Alonso, el Memo nos sugirió: ¡Vamos al
periódico a repor-tarlas, contestamos emocionados por la adrenalina que nos
activaba en ese momento: ¡Órale! y nos dirigimos corriendo al local de las
oficinas del periódico El Sol de San Luis.
Entramos corriendo y le
preguntamos al portero: ¿Hay algún reportero con cámara fotográfica? Éste,
sor-prendido, atrás de la reja de seguridad nos preguntó: ¿Para qué lo quieren?
A coro le contestamos: ¡Hay unos OVNIS en el cielo!, el portero nos observó
cómo escaneándonos, guardó silencio un instante y dijo en forma seria: ¿De cuál
fumaron? Le contestamos ansiosos: ¡No, no fumamos nada! ¡Es verdad, hay unas
bolas luminosas volando en el cielo! ¡Saque una cámara para tomarle fotos!, él
respondió incrédulo: Dejen le hablo al reportero de guardia y se fue a una
oficina.
Al regresar ambos sujetos, el
reportero nos preguntó: ¿Dónde las vieron? Le dijimos: ¡Andan arriba, ahorita
pasa-ron por la alameda! ¿Cuándo las vieron? Preguntó nueva-mente: ¡Ahorita las
acabamos de ver! -contestamos simultá-neamente los cuatro-. El reportero
exclamó: ¡A ver, vamos a ver! Y le indicó al portero que abriera la reja, éste
quitó el candado y ambos salieron con nosotros a la calle a ver el cielo, pero
no se veían las bolas fosforescentes, el repor-tero nos dijo: ¡Se me hace que
es puro cuento de ustedes!, nosotros contestamos: ¡Es la neta, ahí andan
arriba! ¡Saca tu cámara por si aparecen de nuevo!, él respondió: ¡Se la llevó
otro reportero y aquí en la oficina no hay ninguna!
Nos quedamos viendo los cuatro
como diciendo: ¿Cómo un periodista no tiene cámara? Y simplemente guardamos
silencio, de pronto el Memo cuestionó al repor-tero: Si no nos crees, vamos a
la azotea para que las veas, el reportero por curiosidad aceptó y dijo:
Vénganse, pero hay que tener cuidado al subir.
El portero cerró con candado
nuevamente la reja del periódico y posteriormente nos dirigimos los seis hacia
la azotea, desde esa altura se veía casi toda la ciudad, yo bus-qué en el
horizonte el cúmulo de bolas fosforescentes y lo descubrí volando cerca del
Saucito, ¡Allá están! -grité-. Las bolas se dirigían hacia el rumbo de Morales,
¡No qué no! le reprochamos en coro al reportero, él exclamó: ¡Nunca había visto
eso!, el Guti dijo: ¡Para eso queremos la cámara! ¡Para sacarle fotos como
evidencia, sino nadie nos va a creer!
Estábamos en la parte más
alta, entre el Cine Alame-da y el Sol de San Luis y se veían muy bonitas las
luces de la ciudad y el vuelo de las esferas luminosas. Vimos que las bolas
tomaron rumbo a la Tenería, hoy parque Tangamanga y después hacia la Cañada del
Lobo, pero las perdimos de vista atrás de las torres de la Iglesia del
Santuario de Guadalupe. El Moy le preguntó al reportero: ¿Tú qué crees que
sean? El periodista se rascó la cabeza y dijo:
A lo mejor son globos
aerostáticos, solamente que pregunte en la torre de control del
aeropuerto–agregó- para verificar. Nosotros sabíamos que eso no tenía nada que
ver con globos aerostá-ticos y solo guardamos silencio, de pronto levanté la
cabeza para ver de nuevo el cielo y grité: ¡Aquí están! -y señalé rumbo a la
plaza de San Sebastián-.
Las esferas fosforescentes
avanzaron hacia nosotros y pasaron encima de nuestras cabezas, como a siete
metros de altura, sin producir sonido, sin tener alas (de ave, de avión o algo
parecido) pero si, un brillo blanco, muy bri-llante y poco común, las dejamos
de ver al poco rato porque las taparon los edificios de los hoteles que están
al norte de la Iglesia del Carmen.
Después de bajar a las
oficinas de esta editorial, el re-portero nos tomó nuestros datos, y nos dijo
que la nota la iba a publicar en el periódico dos días después, salimos
sa-tisfechos del diario por haber visto nuevamente desde esa altura a los ovnis
surcando el cielo, la hermosa panorámica de la ciudad por la noche y con la
esperanza de hacernos famosos por el periódico.
Compramos durante quince días
el periódico el Sol de San Luis y nunca apareció la prometida nota.
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