Edificio Azteca
El miedo a quedarme solo en el céntrico caserón,
me costeó una serie de sueños recurrentes: caminar en penumbras por el desolado
patio.
Enseguida despertaba ahogado en el vacío, con
la sensación de aprisionamiento de los fantasmas del pasado. Una tarde, inesperada,
por cierto, cuando las hojas del calendario realizaron el temido futuro, fue
agridulce comenzar a vivir el onírico trance.
En el mismo S. XVII de la fundación de la
Misión de Santa Catarina Virgen y Mártir del Río Verde, llevada por feliz
término por Mollinedo allá, junto al Ojo de Agua de Ciudad Fernández; sus
sucesores juzgaron conveniente trasladar el primigenio asiento al Palmar,
antigua denominación del paraje en el que se dispuso el trazo del primer cuadro
de esta Ciudad.
Contemplando la Real Ordenanza de Felipe II, se
clavaron las estacas y tensaron los cordeles para dar forma a la Plaza Real,
calles y manzanas circundantes.
Los criterios usados para la adjudicación de
los solares, pudieron haberse apegado o no a la citada normatividad; la
interrogante se hizo eterna cuando en marzo de 1849 los revolucionarios de
Sierra Gorda incendiaron los protocolos del ayuntamiento.
En la calle que salía del norte de la plaza
Real, justo del lado de la desembocadura del camino a Santa Elena – Hoy Cd.
Fernández – para cerrarse en breve recorrido de dos cuadras con las parcelas
que existían en la actual calle Guerrero, se conformó un solar excepcional por
su generosa superficie de 879.40 metros cuadrados, localizados en lo que sería
el área comercial más rentable en el corazón de la ciudad.
Es factible que al jefe de alguna de las tantas
familias de indios pames, denominados conversos o de tabla por haberse
avecindado en la misión, se le haya dado posesión de ese solar; y de inmediato,
para crear derechos, levantó su choza al frente y labró su frondosa sementera.
El terreno se conformó como un rectángulo
irregular, con seis líneas quebradas en el largo sur, que se expanden
tendenciosamente en tres vértices; esta irregularidad sustenta la tesis de que
el primer poseedor pudo haber invadido los fondos de los solares adyacentes,
muy olvidados por solo interesar a sus dueños los frentes en la desembocadura o
último tramo del camino Real – calle del Comercio o Paulo Verástegui -.
El largo norte es una recta de 55.60 metros por haberse, desde un principio,
así trazado; lo comprueba el acoplamiento a esa línea el ala izquierda de la
casa número 125 de Moctezuma, y los fondos de los lotes que dan a la calle 5 de
Mayo.
En el año de 1836, estando el solar en legítima
posesión de Eufrasio Rodríguez, procedió a enajenarlo a la señora doña
Francisca Reyes, con la previa anuencia de su esposo don José Pilar Alvarado.
Doña Francisca, al igual que sus hermanas
Felipa de Castro y Luisa Miqueleyes, provenían del antiguo Valle del Maíz – hoy
Cd. Del Maíz -, y su avecinamiento en Rioverde, junto con algunos extranjeros y
demás gente de poblados tanto aledaños como distantes, se debió a un fenómeno
de migración propiciado por la extinción de la exclusividad del pueblo de
Indios; una de las tantas consecuencias que trajo el triunfo de la Guerra de
Independencia.
Desde aquel año lejano, en el que ejercía el
gobierno de San Luis Potosí Juan José Domínguez, y el de la República don José
Justo Corro, Rioverde resultaba atractivo por la abundancia de sus aguas y la
fertilidad de sus tierras; mas no por su localización geográfica que lo aislaba
de los principales caminos nacionales.
cual historia? el edificio azteca de hoy
perteneció al tío Baldomero de la Tejera y fue el quien la vendió a D. Amando Alvarado.
Por José Guillermo Alvarado Orozco
Lo dedica a su tía, la señora Emma Flores de
Alvarado.
Soli Deo Gloria.
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