martes, 23 de octubre de 2018

“LA MALTOS” #Mulata de Cordoba – LEYENDA DE SAN LUIS POTOSI



San Luis de Potosí alberga hoy un lugar de leyenda, en la cuadra contigua al Edificio Ipiña, hacia el poniente, ubicado en la avenida Venustiano Carranza, entre Independencia y Bolivar. Este lugar, era el recinto en el que encerraban a todos aquellos acusados de brujería y/o hechicería en los lejanos años 1700 de la ciudad que para entonces vestía de mantas o cueros.

Una mujer conocida descendiente de conocido cacique indígena, como La Maltos, pertenecía a la Inquisición, castigando a todos aquellos acusados de herejía o brujería, pero como o caso contradictorio, ella misma daba lugar a esas prácticas.

Todos le temían dado su alto alcance y poder, además de las prácticas oscuras, las mismas que la llevaron a asesinar a dos personas influyentes de aquella sociedad.

El alto inquisidor no se lo pensó y ordenó su arresto, el que efectuaría la policía de la localidad con gusto y a la vez con miedo. Dada la orden, el jefe de policías acompañado de un subalterno dieron caza a la mujer, que poco podía hacer al verse atrapada por completo.

Sin embargo les pidió un último deseo, que dejaran que dibujara en su pared una última obra, para el recuerdo, para dejar huella de su existencia, y luego de esto, con gusto se entregaría sin oposición alguna.

En busca de facilitar las cosas y evitar la furia de aquella dama que paseaba de noche entre fuego y caballos endemoniados, los oficiales aceptaron la propuesta y La Maltos se dispuso a dibujar.

Con su dedo índice, trazó la figura de una carreta acompañada de dos caballos casi poseídos, con aspecto atormentante de verdad y luego de pronunciar “Os invito a que viajéis conmigo por lo ancho y largo de los continentes conocidos”, la mujer se montó en esta carreta dibujada ante los atónitos ojos de los policías, se perdió en el horizonte y los policías del lugar.

No quedó más que el silencio, la soledad y el cuento que en efecto nadie les creyó a aquellos oficiales, pero sí quienes sospechaban de la dama.

Nadie volvió a ver en el pueblo a La Maltos y esta historia fue contada por aquellos guardias que tenían la tarea de llevarla arrestada. A pesar de la cantidad de detalles que ellos emitieron sobre el hecho, ninguna de sus palabras fue tomada en serio y se pensó que dejaron simplemente escapar a la mujer.

Hay que reconocer que es muy similar al relato veracruzano de “La Mulata de Córdoba”.


Fernando Chavira Lopez

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