miércoles, 14 de marzo de 2018

La LUNA GRANDE DE MAYO - Parte 1 - de Eugenio Verastegui


                                                                                  
¡Qué!  Son fantasmas esos bultos blancos que parecen deslizarse por la vereda en esta primera hora de la madrugada grande.

Pues si no lo son, se puede incurrir en el error de tomarlos portales, ¡caminan tan  silenciosamente!

Y es un grupo bastante numeroso en el que podemos distinguir – si agudizamos la mirada lo suficiente para penetrar las densas tinieblas, ya que el cielo está cubierto de gruesas nubes que está formado por hombres, mujeres y niños. ¿Es el éxodo en masa de todo un pueblo? ¿Porque parece que todos ellos llevan sobre sus espaldas bultos que se antojan muy pesados?

Cuando ya nos familiarizamos lo suficiente para distinguir de lo que se trata, en medio de la oscuridad, vemos que aquellas gentes son indios; puros  de tostado color casi negros. Indios de escaso bigote y ralas barbas en los adultos y ancianos, imberbes los muchachos ya casi hombre.

Sus toscas fisonomías, exentas en lo absoluto de cualquier rasgo de belleza, parecen talladas en granito. Y  ellos, los hombres, son individuos, de estatura regular. Ellas, un poco más bajas de cuerpo, mal formadas y con un físico rayando en la fealdad.

Los hombres visten un corto calzón de burda manta, y una “cotona”-camisa sin mangas ni cuello y que se encaja por la cabeza- que les cubre el busto; las mujeres llevan, arrollado a la cintura, el clásico “huipil” de color oscuro y una especie de manteleta que les cubre la espalda y que la llevan anudada sobre el pecho, dejando los senos y el vientre al descubierto.

En sus cabezas, sin nada que las cubra, podemos distinguir su caballera de color negro verdoso, cabellera de pelos gruesos que llevan muy crecida, tanto los varones como las mujeres y tanto unos como otras, la llevan atada con una angosta cinta de color rojo. Todos caminan descalzos.

Si esos indios andan ya vestidos, indica que son indios doctrinados y, si hemos visto que llevan todo su pelo, y no a la “balcarrota” –tocado que usaban los indios dejando colgar sobre las orejas, grandes mechones de pelo y el sobrante rapado- indica que son indios “nobles”.

Si pudiéramos trasladarnos con el pensamiento a un lugar muy distante de éste en que nos encontramos, podríamos ver a otro grupo de indios que, como éstos, han abandonado su ranchería, y como los otros, tomar rumbo al sur.


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