lunes, 26 de enero de 2015

ESBOZO DE LA FAMILIA DE LA TEJERA LA VIDA COTIDIANA – PARTE FINAL

Son Francisco Tresgallo y Laureana Tejera Velarde hija de Jacinto Tejera Oruña 

ESBOZO DE LA FAMILIA DE LA TEJERA

LA VIDA COTIDIANA – PARTE FINAL

En el pueblo de Miengo – España, se habían quedado las hermanas de la Tejera (si se vinieron todos los varones entonces la rama de ese apellido empezó a perderse como cita una descendiente) para cuidar a sus progenitores; recuerda la tradición oral de la familia en la memoria de los nietos de don Manuel, sólo a una de ellas de nombre Natalia. Sus descendencias, paralelas a las de Rioverde, cortaron la comunicación al rompimiento de los lazos de unión que sobreviene a la muerte de los padres y, en este caso, contribuyó la lejanía del Viejo Mundo, con el océano de por medio, para que el olvido se hiciera definitivo, y doloroso.

Don Manuel jamás volvió a su tierra, porque sus intenciones se trastocaron por los afortunados giros que dio su vida; fue el primordial, haber fundado una familia mexicana.
En el cementerio municipal construyó para sí mismo y su descendencia doce bóvedas subterráneas, depositó en la número 1 el cadáver de su hermano José. La terminación en 1910, de la capilla y exteriores imprimiendo el estilo neoclásico fue obra de su hijo ingeniero don Diódoro, a quien también se le debe el proyecto y ejecución del antiguo teatro Hidalgo, puesto a funcionar con capital de la familia en el año de 1916. 


Don Manuel falleció de Pulmonía en la casa número 11 de la 3ª. Calle de Espinosa y Cuevas, en la ciudad de San Luis Potosí, la mañana del 29 de Mayo de 1913, y fue sepultado en Rioverde hasta el día 31, en espera del arribo de su hija Sor Isabel Cristina.

El 1 de Noviembre de ese mismo año, don Baldomero de la Tejera, en calidad de Albacea de la testamentaria de su señor padre, presentó al Juzgado de Primera Instancia la Cuenta de Liquidación y el Proyecto de División y Partición de los bienes del caudal hereditario; y acordaron en primer término pagar a doña Fermina por sus gananciales la suma de $27,000.00 pesos, correspondientes a la mitad de la herencia, con las 1,859.50 hectáreas que conformaban la Hacienda de Plazuela.

Del resto, dos casas fueron adjudicadas a doña María de la Tejera, una a la menor Esther de la Peña, y bajo el régimen de propiedad en común, recibieron doña Elodia, doña Isabel, doña Gudelia, doña Delfina y sus hermanos, don Ismael, don Baldomero, don Enrique y don Diódoro la casa paterna, el solar de la calle Escandón, una casa en Rayón, la Hacienda de Obrajero, con una extensión de 2,578.87 hectáreas, y un crédito a cargo del Lic. José Buenaventura Robles por $500.00 oro nacional.
El duelo por la muerte de don Manuel vino acompañado de la intensa zozobra que causó la Revolución Mexicana: movimiento social fraguado por intelectuales y accionado por campesinos y obreros en reclamo de un gobierno demócrata, repartición de las haciendas en ejidos, y equidad en la distribución de la riqueza. Terminar con el orden socio – económico que implantó por tres décadas el régimen del Gral. Díaz, desangró al país con un millón de muertos.

La familia de la Tejera, beneficiada de ese orden, tuvo que salvaguardarse de las tropelías de Magdaleno Cedillo, y se radicó temporalmente en la apacible ciudad de Querétaro.

En esa ciudad don Baldomero continuó escribiendo el precioso diario de las memorias de su padre, ahora priorizando los anales de su pequeña familia, como el nacimiento de su tercer hijo don José Antonio el día 6 de Julio de 1914, y bautizado en el templo de Santa Rosa de Viterbo; fueron sus padrinos su abuela doña Fermina y su tío Ismael.

El día 29 de febrero de 1920 falleció en Rioverde doña Fermina, y se sepultó en la gaveta número 6, al lado izquierdo de la de su esposo. En los dos años siguientes a su muerte existió conformidad entre los hijos en la administración de los bienes, por el hecho de que hasta el 21 de agosto de 1922, fraccionaron Plazuela y Obrajero en ocho partes alícuotas que fueron repartidas entre ellos; pero legalmente las heredades se les aplicaron en pro indiviso, es decir como bien común, régimen que a la postre resultó contrario a sus intereses. Para resolver tal situación promovieron la acumulación del intestado de doña Fermina a la testamentaria de don Manuel, y obtuvieron un decreto favorable el 23 de julio de 1925; dos días más tarde, el 25 de julio se aprueba el Proyecto de división Material de ambas haciendas como si fueran una sola.

En la susodicha testamentaria también se heredaron a varios de los hijos tres gravosos créditos, que sumaban la cantidad de $15,362.77 oro, correspondientes a adeudos que contrajo doña Fermina para sacar adelante a su familia, y sortear las pérdidas de las haciendas durante el período álgido de la Revolución.

La fortuna de los de la Tejera había empezado su ocaso con los efectos de la lucha armada; después, propiciado por las heredades se hizo irreversible pues vinieron las consabidas hipotecas y enajenaciones; fue una de ellas la de la casa paterna, adquirida por doña Rafaela Gama de Yáñez. 

           Casa de la Familia de la Tejera 

La ruina en el campo de la post – revolución, obligó a la mayoría de los hermanos a emigrar a las ciudades de San Luis Potosí o a México, en busca de un mejor futuro; y así se propició la extensión del apellido.

Don Enrique optó por permanecer en Rioverde para cultivar sus tierras, y trabajar la antigua fábrica de hielo que se encontraba en la privada de Serapio Rendón; adquirida de Tomás Martínez en 1928.
Doña Delfina también se quedó porque su esposo don Ángel Núñez, era un comerciante acreditado en su tienda de ropa “El Nuevo Mundo”, que le había traspasado su hermano José.

La citada negociación estuvo abierta al público por un siglo en su sitio original, que fueron los bajos de la casa marcada con el número 11 de la calle Paulo Verástegui o del Comercio. En la segunda planta se encuentra el piso de la Srita. Gloria Núñez de la Tejera. Es uno de los espacios más bellos de Rioverde, y que por añadidura aún conserva su antañona decoración evocadora de románticos ayeres.  

La tía Gloria

Las dos hijas mayores de este matrimonio, doña María de las Nieves Isabel, “La Nena” y doña Angelina, siendo niñas por la época de la Revolución, fueron enviadas a educarse a Ribadesella, España, bajo la tutela de sus tíos don José Núñez y doña Demetria Prieto de Núñez, quienes se las llevaron en su viaje de retorno, después de algunos años de haber permanecido en América.
Cuenta que don Ángel, en el muelle de Veracruz, sintió profunda tristeza y arrepentimiento al ver zarpar el vapor “Cristóbal Colón” con sus hijas a bordo. Ellas regresaron por 1918, ya casi hechas unas señoritas.

Doña Angelina fue una dama que mostró sentimientos humanitarios al amparar en su hogar de Ciudad Fernández, a su tía política Ana Kal, la infortunada viuda de don Diódoro que llegó en un solky muy enferma a consultar al Dr. Héctor Konishi. Sus restos fueron inhumados en el panteón de San Antonio de esa población.

Un español de nombre José María Fernández, tuvo una tienda de ropa y novedades llamada “El Telégrafo” en la esquina de las calles Moctezuma y del Comercio; su empleado de confianza don Salvador de la Tejera Vázquez, popularmente conocido con el mote de “La Guapa”, se distinguió por una gran afición a la fiesta brava, que lo llevó a capitanear la Cuadrilla de Aficionados Prácticos, y actuar como primer espada en varios festejos postineros, como el del domingo 9 de Septiembre de 1934.


En el plano de fraccionamiento de Plazuela y Obrajero, el casco de la primera quedó comprendido dentro de los límites del Lote No.2, que incluía 149.80 hectáreas, de las cuales 60 eran de tierra muy fértil. Esta porción en un principio fue adjudicada a la hermana menor doña María, solo que por no convenir a sus intereses, la permutó a favor de don Baldomero, don Enrique y don Diódoro.

Habiendo emigrado don Baldomero a San Luis Potosí, enajenó su parte a don Enrique, quien a su vez, mediante escritura de compra – venta cedió la propiedad a su hija doña Elena, para que posteriormente repartiera fracciones a sus hermanos.

La casa grande y algunas hectáreas sembradas de naranjos y milpas fueron entregadas a Don Eduardo, (quien cedió “la era” para la construcción de la capilla que hoy es parroquia y él las vendió a su primo don José A. de la Tejera, que hasta la fecha, convertido en agricultor conserva orgulloso el solar de sus ancestros; con su bonhomía y don de gentes ha contribuido a las obras de la capilla, que por cierto, está dedicada a Santa Ana y ocupa, previas reformas, la antigua era (troje), palabra que transculturizó su abuelo y que significa: lugar donde se trillan las mieses.

Encima de la entrada del sagrado recinto, existe, empotrada una viga de mezquite con la siguiente inscripción: “Se acabó en el año de 1847”.

Rioverde, SLP 1 de Julio de 1996
JOSÉ GUILLERMO ALVARADO OROZCO


Baldomero de la Tejera



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