Son Francisco Tresgallo y Laureana Tejera Velarde hija de Jacinto Tejera Oruña
ESBOZO DE
LA FAMILIA DE LA TEJERA
LA VIDA
COTIDIANA – PARTE FINAL
En el
pueblo de Miengo – España, se habían quedado las hermanas de la Tejera (si se
vinieron todos los varones entonces la rama de ese apellido empezó a perderse
como cita una descendiente) para cuidar a sus progenitores; recuerda la
tradición oral de la familia en la memoria de los nietos de don Manuel, sólo a
una de ellas de nombre Natalia. Sus descendencias, paralelas a las de Rioverde,
cortaron la comunicación al rompimiento de los lazos de unión que sobreviene a
la muerte de los padres y, en este caso, contribuyó la lejanía del Viejo Mundo,
con el océano de por medio, para que el olvido se hiciera definitivo, y
doloroso.
Don Manuel
jamás volvió a su tierra, porque sus intenciones se trastocaron por los
afortunados giros que dio su vida; fue el primordial, haber fundado una familia
mexicana.
En el
cementerio municipal construyó para sí mismo y su descendencia doce bóvedas
subterráneas, depositó en la número 1 el cadáver de su hermano José. La
terminación en 1910, de la capilla y exteriores imprimiendo el estilo
neoclásico fue obra de su hijo ingeniero don Diódoro, a quien también se le
debe el proyecto y ejecución del antiguo teatro Hidalgo, puesto a funcionar con
capital de la familia en el año de 1916.
Don Manuel
falleció de Pulmonía en la casa número 11 de la 3ª. Calle de Espinosa y Cuevas,
en la ciudad de San Luis Potosí, la mañana del 29 de Mayo de 1913, y fue
sepultado en Rioverde hasta el día 31, en espera del arribo de su hija Sor
Isabel Cristina.
El 1 de
Noviembre de ese mismo año, don Baldomero de la Tejera, en calidad de Albacea
de la testamentaria de su señor padre, presentó al Juzgado de Primera Instancia
la Cuenta de Liquidación y el Proyecto de División y Partición de los bienes
del caudal hereditario; y acordaron en primer término pagar a doña Fermina por
sus gananciales la suma de $27,000.00 pesos, correspondientes a la mitad de la
herencia, con las 1,859.50 hectáreas que conformaban la Hacienda de Plazuela.
Del resto,
dos casas fueron adjudicadas a doña María de la Tejera, una a la menor Esther
de la Peña, y bajo el régimen de propiedad en común, recibieron doña Elodia,
doña Isabel, doña Gudelia, doña Delfina y sus hermanos, don Ismael, don
Baldomero, don Enrique y don Diódoro la casa paterna, el solar de la calle Escandón,
una casa en Rayón, la Hacienda de Obrajero, con una extensión de 2,578.87
hectáreas, y un crédito a cargo del Lic. José Buenaventura Robles por $500.00
oro nacional.
El duelo
por la muerte de don Manuel vino acompañado de la intensa zozobra que causó la
Revolución Mexicana: movimiento social fraguado por intelectuales y accionado
por campesinos y obreros en reclamo de un gobierno demócrata, repartición de
las haciendas en ejidos, y equidad en la distribución de la riqueza. Terminar
con el orden socio – económico que implantó por tres décadas el régimen del Gral.
Díaz, desangró al país con un millón de muertos.
La familia
de la Tejera, beneficiada de ese orden, tuvo que salvaguardarse de las
tropelías de Magdaleno Cedillo, y se radicó temporalmente en la apacible ciudad
de Querétaro.
En esa
ciudad don Baldomero continuó escribiendo el precioso diario de las memorias de
su padre, ahora priorizando los anales de su pequeña familia, como el
nacimiento de su tercer hijo don José Antonio el día 6 de Julio de 1914, y
bautizado en el templo de Santa Rosa de Viterbo; fueron sus padrinos su abuela
doña Fermina y su tío Ismael.
El día 29
de febrero de 1920 falleció en Rioverde doña Fermina, y se sepultó en la gaveta
número 6, al lado izquierdo de la de su esposo. En los dos años siguientes a su
muerte existió conformidad entre los hijos en la administración de los bienes,
por el hecho de que hasta el 21 de agosto de 1922, fraccionaron Plazuela y
Obrajero en ocho partes alícuotas que fueron repartidas entre ellos; pero
legalmente las heredades se les aplicaron en pro indiviso, es decir como bien
común, régimen que a la postre resultó contrario a sus intereses. Para resolver
tal situación promovieron la acumulación del intestado de doña Fermina a la
testamentaria de don Manuel, y obtuvieron un decreto favorable el 23 de julio
de 1925; dos días más tarde, el 25 de julio se aprueba el Proyecto de división
Material de ambas haciendas como si fueran una sola.
En la susodicha
testamentaria también se heredaron a varios de los hijos tres gravosos
créditos, que sumaban la cantidad de $15,362.77 oro, correspondientes a adeudos
que contrajo doña Fermina para sacar adelante a su familia, y sortear las
pérdidas de las haciendas durante el período álgido de la Revolución.
La fortuna
de los de la Tejera había empezado su ocaso con los efectos de la lucha armada;
después, propiciado por las heredades se hizo irreversible pues vinieron las
consabidas hipotecas y enajenaciones; fue una de ellas la de la casa paterna,
adquirida por doña Rafaela Gama de Yáñez.
Casa de la Familia de la Tejera
La ruina
en el campo de la post – revolución, obligó a la mayoría de los hermanos a
emigrar a las ciudades de San Luis Potosí o a México, en busca de un mejor
futuro; y así se propició la extensión del apellido.
Don
Enrique optó por permanecer en Rioverde para cultivar sus tierras, y trabajar
la antigua fábrica de hielo que se encontraba en la privada de Serapio Rendón;
adquirida de Tomás Martínez en 1928.
Doña
Delfina también se quedó porque su esposo don Ángel Núñez, era un comerciante
acreditado en su tienda de ropa “El Nuevo Mundo”, que le había traspasado su
hermano José.
La citada
negociación estuvo abierta al público por un siglo en su sitio original, que
fueron los bajos de la casa marcada con el número 11 de la calle Paulo
Verástegui o del Comercio. En la segunda planta se encuentra el piso de la
Srita. Gloria Núñez de la Tejera. Es uno de los espacios más bellos de
Rioverde, y que por añadidura aún conserva su antañona decoración evocadora de
románticos ayeres.
La tía Gloria
Las dos
hijas mayores de este matrimonio, doña María de las Nieves Isabel, “La Nena” y
doña Angelina, siendo niñas por la época de la Revolución, fueron enviadas a
educarse a Ribadesella, España, bajo la tutela de sus tíos don José Núñez y
doña Demetria Prieto de Núñez, quienes se las llevaron en su viaje de retorno,
después de algunos años de haber permanecido en América.
Cuenta que
don Ángel, en el muelle de Veracruz, sintió profunda tristeza y arrepentimiento
al ver zarpar el vapor “Cristóbal Colón” con sus hijas a bordo. Ellas
regresaron por 1918, ya casi hechas unas señoritas.
Doña
Angelina fue una dama que mostró sentimientos humanitarios al amparar en su
hogar de Ciudad Fernández, a su tía política Ana Kal, la infortunada viuda de
don Diódoro que llegó en un solky muy enferma a consultar al Dr. Héctor
Konishi. Sus restos fueron inhumados en el panteón de San Antonio de esa
población.
Un español
de nombre José María Fernández, tuvo una tienda de ropa y novedades llamada “El
Telégrafo” en la esquina de las calles Moctezuma y del Comercio; su empleado de
confianza don Salvador de la Tejera Vázquez, popularmente conocido con el mote
de “La Guapa”, se distinguió por una gran afición a la fiesta brava, que lo
llevó a capitanear la Cuadrilla de Aficionados Prácticos, y actuar como primer
espada en varios festejos postineros, como el del domingo 9 de Septiembre de
1934.
En el
plano de fraccionamiento de Plazuela y Obrajero, el casco de la primera quedó
comprendido dentro de los límites del Lote No.2, que incluía 149.80 hectáreas,
de las cuales 60 eran de tierra muy fértil. Esta porción en un principio fue
adjudicada a la hermana menor doña María, solo que por no convenir a sus
intereses, la permutó a favor de don Baldomero, don Enrique y don Diódoro.
Habiendo
emigrado don Baldomero a San Luis Potosí, enajenó su parte a don Enrique, quien
a su vez, mediante escritura de compra – venta cedió la propiedad a su hija
doña Elena, para que posteriormente repartiera fracciones a sus hermanos.
La casa
grande y algunas hectáreas sembradas de naranjos y milpas fueron entregadas a
Don Eduardo, (quien cedió “la era” para la construcción de la capilla que hoy
es parroquia y él las vendió a su primo don José A. de la Tejera, que hasta la
fecha, convertido en agricultor conserva orgulloso el solar de sus ancestros;
con su bonhomía y don de gentes ha contribuido a las obras de la capilla, que
por cierto, está dedicada a Santa Ana y ocupa, previas reformas, la antigua era
(troje), palabra que transculturizó su abuelo y que significa: lugar donde se
trillan las mieses.
Encima de
la entrada del sagrado recinto, existe, empotrada una viga de mezquite con la
siguiente inscripción: “Se acabó en el
año de 1847”.
Rioverde,
SLP 1 de Julio de 1996
JOSÉ
GUILLERMO ALVARADO OROZCO
Baldomero de la Tejera
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