martes, 4 de octubre de 2022

Leyendas de Lagunillas; Señales en el cielo, hechos en la tierra.


Antes de sentirse el temblor en Lagunillas la vida trascurría tranquila como un lugar donde no pasaba nada, el alcalde Acacio Vital, refería:

–Le sostengo que el año nuevo entró por el norte, hasta el viento de ese rumbo me apagó la vela. Esto augura la continuidad de la paz porfiriana y la bonanza del comercio de la ciudad.

–No es verdad. El año nuevo entró por el oriente, que es el camino de Dios. Además, por la helada que cayó, se avecinan tiempos de guerra como un castigo divino por tanto descreído. –Rebatía el señor cura Atenógenes Sandemetrio.

–¿Qué le va a importar a Dios lo que nos pase? Ya hubiera remediado tantas injusticias que se cometen en contra de los campesinos. A ver que se manifieste ahorita. –Respondió el alcalde.

–No blasfeme, porque Dios lo va a castigar, ahorita mismo le puede caer un rayo. Mire esa luz. Ya es la venida del juicio final.

 – Caray, señor Cura, ¡Que me sugestiona! ¿Qué fue ese ruido? ¿El candil se movió? Hasta me estoy mareando.

 Una vez recuperado, el alcalde Acacio Vital, quien era un escéptico acudió a la presidencia del municipio, llamó al comandante de policía Dionisio Zumaya y le ordenó:

–Quiero que investigue qué originó ese estruendo. Por allá se escuchó como una explosión, por donde se enrareció el cielo, además infórmeme, si hay daños en las casas. Tome nota, son las 2:30 de la tarde… y acuérdese fechar todos sus reportes con el año nuevo 1909.

 En su recorrido, el comandante encontró a los vecinos concentrados en el atrio de la iglesia, donde repicaban las campanas de la torre en voz de alarma. La gente ya estaba alrededor del sacerdote Sandemetrio, quien les decía.

–Ahora sí, tiemblen por sus pecados, es castigo divino. Pónganse a rezar, y después quédense a la misa que celebraré para alcanzar la compasión de Dios.

 

                 Agujero negro descubierto por el telescopio Hubbel.

Muchos de los asistentes comentaban que el estallido fue provocado porque llegó el diablo montado en una bola de candela, que significaba un mal agüero, presagios de que algo malo iba a suceder. Por lo mismo, no se querían retirar del templo. Los días subsiguientes, se realizaron peregrinaciones, penitencias, misas con cánticos en la lengua sagrada, el latín, Te deum laudamus y un Miserere Nostri, Domine.

 El grupo representativo acudió con Rufo Longinos, el brujo de la región, para que les explicara qué estaba pasando.

–No deben temer nada –les dijo– por el contrario, hay que alegrarse porque estamos ante una manifestación del dios Trueno. Hagamos una gran fiesta y ofrezcámosle un bolíme,  con pulque, música y danza.

 El boticario Crisanto Cedeño, refirió que era un bólido que bajó como un haz luminoso, después ocurrió la detonación y el temblor de tierra, por el rumbo de la casa del pame Jacinto Antonia. Y éste manifestó, que en verdad, el dios Trueno cayó cerca de su casa. El comandante, junto con el alcalde Acacio Vital, encontraron el sitio donde se hundió el bólido; era una depresión en círculo, la cual, aún estaba caliente.

El alcalde Acacio Vital, envió al comandante en el mejor de sus caballos, por el cruce de la serranía hasta San Nicolás de Los Montes, para informar el suceso al jefe Político del partido de Hidalgo, para que fueran a investigar y para tranquilidad de los pobladores. Pero a ninguna de las autoridades superiores le interesó el asunto. Contestaron que eran supersticiones de gente ignorante, y que no perderían el tiempo con esas boberías; que mejor avisaran si andaba por ahí un peligroso bandido, llamado Pedro Montoya.

Hasta que de tanto insistir el alcalde llegó personal del Instituto de Geología Nacional, que concluyó tratarse del tercer aerolito más grande que se había registrado hasta entonces en toda la república. La gente asoció el bólido como el vaticinio de la Revolución, puesto que muchos vecinos se levantaron en armas contra el gobierno del presidente Porfirio Díaz.

Compartido por José J. Alvarado

Fotografía: Mary Colman

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