viernes, 7 de octubre de 2022

Leyendas de Lagunillas; Las Culebras; Leyenda Xi´ui.

 

Una parte de las tierras del suelo potosino pertenecían a los tennek. Su extensión abarcaba desde la selva tropical hasta el inicio del calcinante altiplano. Los tennek eran una raza emparentada con los mayas. Entre otros dioses adoraban a Quetzalcóatl (la serpiente emplumada) al que sus parientes mayas le llamaban Kukulkán. Por respeto a este dios, los tennek dejaban que las serpientes se reprodujeran libremente. Esta cultura alcanzó cierto grado de esplendor, hasta que las tribus salvajes del norte, los empujaron hacia el sureste y se refugiaron en la selva Huaxteca.

 Las actuales tierras de las lagunillas quedaron abandonadas entre vegetación semidesértica y algunos sitios convertidos en pequeños oasis, donde las serpientes, víboras o culebras como se les dice sin distinción, se reprodujeron de una manera considerable.

 Después, a estas latitudes llegó el pueblo xi´ui, mejor conocido como Pame, que habitaba en Xichú y otras localidades aledañas.  Este grupo participó en la guerra chichimeca contra los invasores malinches. Al firmarse la paz, el pueblo xi´ui se replegó a las lagunetas aprovechando los vestigios que dejaron los tennek.

  Los xi´ui, ya pacificados, se dedicaron a la agricultura de temporal en los lomeríos y serranías sembrando maíz, chile y fríjol. Su mayor desconfianza era enfrentarse día a día contra la gran cantidad de serpientes que aparecían por todos lados, las cuales causaban mortandad y representaban una amenaza para su población.

 Desesperados los pames por los ataques de las serpientes buscaron a su principal deidad, al dios Trueno, entre las más elevadas montañas y los profundos cañones de la Sierra Madre Oriental. Llegaron al picacho preciso donde expusieron sus penas e imploraron su protección, hasta que el dios Trueno se compadeció de ellos, prometiéndoles la seguridad anhelada y les ordenó que regresaran a sus chozas.

 Apenas había entrado el último xi´ui a su vivienda cuando empezó a relampaguear. Los estruendos irrumpieron la tierra con una centella estremecedora, el éter se partió entre las nubes. Era el dios Trueno quien afanoso recogía las serpientes de todos los recovecos de los alrededores de las lagunillas.

 Al momento, la centella se llevó las culebras hacia la boca del volcán, situado al lado de otras lagunas, donde las metió, y selló la entrada con un coloso “montesino”. Por eso, al conjunto de las lagunetas se le llama Las Culebras, que de cuando en cuando suenan rugiendo desde el interior de la tierra; son las alimañas que pretender salir de su encierro. Después de esa tarea, enrojecido el dios Trueno, con el rostro inyectado de sangre se refrescó en la laguna mayor, tiñéndola de color rojizo, que desde entonces se le conoce como La Laguna Colorada.

 Cuenta la leyenda que las culebras seguirán encerradas mientras los xi´ui dediquen su primera cosecha de maíz al dios Trueno y le ofrenden un bolíme,  con el cual viajará entre las montañas, desde los Alaquines hasta los Jonaces, pasando por Santa María Acapulco, Gamo kante y Zichaqum.  

 José J. Alvarado.

Fotografía: Lagunillas con Dron.

 

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