Ignacio Cervantes Álvarez (Compilador).
El entorno.
En mis vivencias de
niño y de puberto en mi
viejo Rioverde, conocí muchas personas,
como la mayoría de los chiquillos de aquella época, que en todo lados nos
metíamos y donde no nos metíamos
nos asomábamos, por lo que nos fijábamos
en la gente, gente que mencionaban todas las personas, con respeto, con
estimación, y nosotros de niños pues también saludábamos a esas personas, las
cuales sin hacernos menos nos devolvían el saludo o una sonrisa.
Así era común dirigir
nuestro saludo: adiós Chifuga, adiós Pata bofa, adiós Maciste, adiós don
Miguel, adiós profe Cotorra, adiós don Miguel Panzón, adiós don Tachito, adiós
Papi, adiós doctor Martínez, adiós Chato, adiós Jejen, adiós Chanclotas, adiós
don Trosky, adiós doña Paulita, adiós Cuatana.
Uno de esos personajes famoso era don Julio (Tantarrias) era
un vendedor de frutas de temporada, pero principalmente lo conocíamos por sus sabrosas
rodajas de jícamas con chile y limón que vendía por las calles o afuera de las escuelas
del pueblo con su clásico carrito y vitrina y siempre sonriente.
Lo recuerdo moreno, estatura promedio, de cabello y bigote
cano, su rostro campesino siempre sonriente, mostrando su blanca dentadura, a
todos los niños que nos acercábamos a comprarle una jícama de a veinte centavos,
se dirigía a nosotros siempre sonriendo con un “que va a querer hijo” lo que
nos daba confianza para pedirle que pusiera más chile o limón a las jícamas.
Pero Julio, era de esos personajes que le dan sabor al
pueblo, de los que hacen que uno en la lejanía uno siempre lo recuerde, pues tenía ese don de componer versos con una facilidad
increíble, yo con mi mente fotográfica capté varios graciosos versos que decía
ya sea en la cantina, en la plaza, en el mercado o en cualquier calle del viejo
Rioverde, sabiendo de la gracia que me causaban sus versos, a veces el me los
platicaba y yo festejaba con tremendas risotadas.
Ahora con
mis sesenta años corridos y antes que me llegue la demencia senil, (que es una maldición de viejos, junto con la
avaricia) participo a mis amigos interesados en mantener y guardar la historia
de Rioverde, estos versos de los cuales se mantienen por mera tradición oral.
A mi Patrón.
Trabajaba Julio Tantarrias en una bodeguita rumbera, era un día sábado, por lo que pasada la una
de la tarde, empieza Julio a pedirle a su Patrón que le pagara la semana, porque tenía que
llevar “el chivo” a la casa, por lo que se tardaba su patrón, como a las dos de
la tarde se lo repite y ante tanta insistencia le dice su patrón: “mira cabrón
si te pago, si ahorita me haces un verso” Julio toma como pie el que su patrón
no tiene hijos, teniendo una esposa de “no malos bigotes” por lo que le endilga
este verso:
Que mi patroncito
es jorro,
No puede tener
familia
¡teniendo tan
buen pedorro!
el patrón
molesto le dice -ora no te pago… ¡cabrón!
Imagen:
Santiago Medina
Atte. R2D2
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