Entretanto, en 1611 el obispo de Michoacán,
fray Baltasar de Covarrubias, visitó y describió a la custodia y a los indios
en los siguientes términos:
Unos grandes
y fértiles llanos, a lo que llaman el Río Verde, donde hay cantidad de indios
caribis, y algunos cristianos; y para el cuidado de ellos asisten en dos
conventos pequeños, religiosos de San Francisco, que más con caricias que con
rigor los atraen, porque es gente tan indómita y bárbara, que no son llevados
más que por interés de lo que los dichos religiosos les pueden dar […]
Su
naturaleza es tan perversa que poco se
puede esperar de ellos; El obispo usó el término “caribis” como sinónimo de
chichimeca, por la coincidencia del sentido belicoso y pagano que tal palabra
denotaba:
MIREN NADA
MAS LO QUE PENSABAN ESTAS PERSONITAS DE LOS INDIGENAS, DEL OTRO, DEL DIFERENTE,
CREO QUE NUNCA PUDIERON COMPRENDER QUE SE ENCONTRABAN ANTE OTRA CULTUA. (NOTA
DEL BLOGUERO).
grupos
indómitos, “bárbaros” y de perversa naturaleza. Como un artilugio del pasado,
la palabra remitía en los imaginarios españoles a un espacio donde los
habitantes eran no solo idólatras sino además seres degradados, corruptos y
arruinados, brutales e infieles, y por tanto necesitados de la intervención de
la civilización cristiana para su redención.
Si no se
entienden estos imaginarios no es posible ver en su dimensión “civilizadora” la
empresa de evangelización en la frontera, y la tozudez con que se llevó a cabo;
tampoco se podrían entender a cabalidad las formas en que se llevó a cabo.
Pames,
franciscanos y estancieros en Rioverde, Valles y Sur de Nuevo Santander,
1600-1800
José Alfredo
Rangel Silva – El Colegio de San Luis.
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