miércoles, 17 de octubre de 2018

"LA TACONES"; LEYENDA DE CIUDAD FERNANDEZ - VILLA JUAREZ.



Mucha gente conoció a La Tacones” o muchos oyeron hablar de ella, ¿pero en realidad la conocieron?

Victoria Reyes Arévalo;  “La Tacones”
Figura espigada, tez apiñonada, de negro, zapatos de tacón de aguja con el cuero arriscado hacia arriba, chal viejo y muy gastado, una bolsa mugrienta colgada del brazo conteniendo objetos diversos encontrados al azar en algún bote de basura.

Toc, toc, toc, se oía por la calle toc, toc, toc, se escuchaba por la plaza, y el peculiar sonido provenía del apresurado andar de una personita muy singular, era la tacones, como la apodaba el pueblo, una mujer afectada de sus facultades mentales, y le decían por su taconeo y su andar saleroso uno, dos y tres pasitos, luego se detenía, y otra vez a manera de carrerita.

La tacones vino a ser ante la incomprensión y falta de amor de sus semejantes, una víctima más a quien la indiferencia obligo a arrastrar su miseria por las calles del pueblo, ya mendingando un taco en una casa, ya pidiendo un pan o una moneda por la calle, cosa que no todos accedían a darle, pues en ocasiones solo recibía insultos o burlas de la genta, La Virgencita lo socorra, la virgencita lo ayude, decía con voz tipluda cuando alguien le daba una moneda, pero enseguida completaba la frase con estas palabras, perro desgraciado, perro infeliz.

Y la acompañaba un viejecito de luenga barba y gran prestancia, como viejito de barro de esos que en diciembre adornaban los nacimientos, el cual llamaban Octaviano.

La Tacones, aun dentro del mundo de locura y fantasía en que se encontraba, tenía muy arraigado el instinto maternal. Se recuerda haberla visto tratando de amamantar un muñeco destartalado de plástico, el cual ella acunaba amorosamente debajo del chal como si fuera su hijo.

Don Octaviano murió de repente y fue sepultado en el panteón de Ciudad Fernández, del cual la tacones brincaba la barda para visitar la tumba de Don Octaviano y lloraba amargamente sobre la misma.

Dios en su infinita misericordia, en su momento le envió a la tacones un ángel Guardián con figura de mujer y de nombre Avelina Romero, Avelina no era rica, sino todo lo contrario, su humilde casita se ubicaba en el barrio de los llanitos pasando el rio, podría catalogarse a Avelina como la única amiga de La Tacones ya que en más de una ocasión la había socorrido.

Avelina alojó en su casa a La Tacones, con sus propias manos la mujer construyó para la tacones una especie de choza tomando como base un mezquite, amarró dos o tres palos, los cercó de carrizo y los embarró de lodo con paja, una lámina vieja hacia el papel de techo.

VICTORIA REYES AREVALO, creció en Carbonera hoy Villa Juárez, en medio de mimos y halagos de parte de su padre y hermano. Ahora tenía dieciocho años, era tan hermosa, toda una señorita. 

Victoria comenzaba a trabajar como secretaria en el registro civil de Carbonera, su predilección era los zapatos de tacón de aguja, había obtenido por méritos propios un plaza de maestra, una tarde Victoria fue secuestrada al salid del templo, un antiguo pretendiente que había regresado al pueblo al mirarla más hermosa, juró vengarse del desprecio que la muchacha le hiciera en otro tiempo.

Así entre días y años de infelicidad Victoria procreo dos hijos que eran su adoración. En venganza contra su marido comenzó a condescender con los hombres del pueblo, un día al volver de la escuela al hogar, Victoria no lo encontró ni a él ni a sus niños.

Victoria lloraba inconsolable día y noche, en varias semanas no comió ni durmió se encerró en su casa, no salía para nada, ni le abría la puerta a nadie, una tarde la puerta de su casa se abrió y por ella salió una mujer enflaquecida y demacrada vestida toda de negro, preguntaba si no habían visto a sus niños, la gente comenzó a llamarle loca y sus antiguos amigos se alejaron, los que fueron sus alumnos se burlaban de ella jalándola del vestido o tirándole piedras, algunos hombres del pueblo empezaron a abusar de ella, la golpeaban si se resistía provocando con esto su desquiciamiento total, aun en su estado mental atrofiado.

Victoria seguía teniendo predilección por los zapatos de tacón de aguja, así fue como un día Avelina Romero la conoció cuando a través de la cerca de nopales de su casa llego a pedirle agua, la tacones sufrió mucho en sus últimos días, el miércoles 14 de septiembre de 1988 la tacones murió en brazos de Avelina, su cuerpo quedó reducido a un montoncito de huesos y a un sinfín de llagas por todo el cuerpo.

Avelina lloró a Victoria a la que consideraba como a una hija más, con dolor entregó su cuerpo a la tierra una veintena de gentes la acompañó al cementerio y en el interior de su humildísimo ataúd de tablas, se llevó con ellas su muñeco destartalado, el viejo costal de Don Octaviano le sirvió de cabecera, la tacones no tuvo un sepelio rumboso ni elegante, pero la veintena de gentes que la acompañaba iba de todo corazón y con respeto. 

Tampoco tuvo un ataúd metálico ni ostentoso, aunque careció de una fosa de ladrillos y flores especiales, su cuerpo lo recibió amorosamente la tibia tierra y no la fosa fría, por supuesto que tampoco tuvo orador que le diera el adiós póstumo, pero a su paso las bugambilias soltaron sus flores de tristeza, los cenzontles le mandaban el concierto de sus voces, el sol con sus últimos rayos alumbró por última vez a las tablas desnudas de su ataúd bañadas de oro puro y casto.

Parte de su Biografía, aportación del Archivo Histórico de Ciudad Fernández y a su titular el Profesor José Manuel Cruz Zamora.

Narración;Salomón Ríos Barrientos;  Compartió -  Fernando Chavira López

Fotografia; Lic. Elena Rodroguez de la Tejera


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