lunes, 2 de julio de 2018

Amanece el dolor - (Homo hominis lupus – Hobes) de Ulises Tavira Montero



Con la mirada perdida en el terrible encuentro con el dolor humano
con los ojos obscuros horriblemente claros para leer en ellos lo nunca definido
tiene el rostro cubierto de no sé qué marcas misteriosas
como los rostros lívidos que lloran por sus hijos

Tiene en la boca el rictus de esfuerzos infructuosos         cerrada
rebosante de miles de palabras que no alcanzan a expresar
 visiones dolorosas y pesares prendidos de sus carnes

Cada noche el vampiro despierta y en forma de conceptos aprehendidos ayer
devora su cerebro       su vientre       su lengua       sus ideales

Cada gota de sangre de sus días medida con reloj
le va gritando vive       le está gritando llora
desesperadamente busca perderse de su sombra
dejar de ser el ser que le domina       para olvidarse siempre
que va marcando en gotas       las horas infinitas       ajenas y alargadas
del siglo enajenante comprendido en dos cruces.

Intemporal el so con sus dientes de viento
le rasgara la espalda y escupirá su rostro

Y el hombre se devora

Como bestia maldita se apresta en la trinchera       se engaña en las ciudades      
se inclina ante malditos       Y a nombre de ellos mata
se lanza a la conquista       gritando libertad       propone la igualdad
y luego por la fuerza       destruye sociedades       y construye a su imagen
nuevos pueblos y sociedades nuevas.

Con cada letra escrita me vuelvo menos joven
y ni esto       ni la humanidad completa       lograran que esta hora
de la ansiedad temprana       se detenga un instante

Se encenderá el oriente      falta poco       para volver a ver la ciudad despierta
Y volverá al taller       y volverá a los campos       y sabremos de guerras

Faltan breves instantes para ver al hombre       correr hacia su muerte  
Han caído al oriente mil gotas de sangre        comienzan a caerse
Las primeras estrellas       de las nubes

Va a empezar el engaño cotidiano       hablar       hablar
Correr       trabajar para otros   
comenzaran sus ojos a lanzar sus destellos
Y dormirá el cerebro

Es llegado el momento de dejar de estar solo
Y seguir solitario

Comenzare a engañarme nuevamente
nace el día y el dolor      
nace el día.

Ulises Tavira Montero



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