jueves, 15 de enero de 2015

ESBOZO DE LA FAMILIA DE LA TEJERA DE MIENGO A RIOVERDE SEGUNDA PARTE

Monasterio Regina Coeli, resguardo de los archivos diocesanos de Santander

ESBOZO DE LA FAMILIA DE LA TEJERA

DE MIENGO A RIOVERDE

SEGUNDA PARTE

Entre los muchos tesoros que guarda Santillana, llama la atención el magnificente frontal del altar de la Colegiata de Santa Juliana, repujado en plata al estilo barroco; se explica en un cartel que fue traído de las Indias en el período de la dominación española. En efecto, fue donado en 1686 por el Primer Marqués de Altamira don Luis Sánchez de Tagle, prominente vecino que prestó sus servicios a la en el gobierno virreinal en la Nueva España.

Otro monumento notable es el Monasterio Regina Coeli, resguardo de los archivos diocesanos de Santander; allí se encuentra en los libros de bautizados, confirmados, casados y finados, la genealogía de la familia De la Tejera, en un remonte que alcanza el S. XVII.

La tradición oral de los hispanos de ese entonces, era un continuo rememorar el arrojo de los ancestros que se hacían a la mar para conquistar tierras pródigas en metales preciosos; prueba de ello era el frontal de plata de la cercana Santillana y varios objetos litúrgicos de igual metal, estos últimos fabricados por orfebres curiosamente vecinos de San Luis Potosí, de esto hace ya trescientos años.

Los bolsillos vacíos de los adolecentes, deseosos de satisfactores para iniciar vida propia disparaban las crisis vocacionales en un lugar que no ofrecía mejor futuro que emplearse de por vida en las poco redituables labores de la pesca, agricultura o cría de ganado.

En la segunda mitad del S. XIX la América continental se había independizado de España, solo subsistía el resabio de las colonias antillanas de Cuba y Puerto Rico; por tal causa, en esas posesiones se daba floreciente campo de trabajo para peninsulares redundante de riqueza para conquistar, ahora en forma invertida a sus pueblos de origen.

La aspiración del trabajador emigrante era lograr un reconocimiento social, por regresar al terruño trayendo una consistente fortuna ganada a lo largo de muchos años de trabajo y ahorro, que les permitiera construir envidiables casas y disfrutar de una existencia tranquila, exenta de los amargos apuros económicos del ayer. Entonces se les antepondría a sus nombres el “Don” (de origen noble), y el “Tú” cambiaría en “Usted”; pero conservarían el mote de “indianos”, adquirido desde el comienzo de la aventura.

Otra ventaja de emigrar “a las Américas”, era excluirse del reclutamiento obligatorio para ir a la guerra de Marruecos, con el riesgo de perder la vida en escaramuzas o víctima de enfermedades provocadas por climas malsanos.

JOSE GUILLERMO ALVARADO OROZCO

EDICIÓN ESPECIAL, EL SOL DE SAN LUIS, RIOVERDE, SLP, 1º. JULIO DE 1996

Entre los muchos tesoros que guarda Santillana, llama la atención el magnificente frontal del altar de la Colegiata de Santa Juliana, repujado en plata al estilo barroco.

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