Monasterio Regina Coeli, resguardo de los
archivos diocesanos de Santander
ESBOZO DE
LA FAMILIA DE LA TEJERA
DE MIENGO
A RIOVERDE
SEGUNDA
PARTE
Entre los
muchos tesoros que guarda Santillana, llama la atención el magnificente frontal
del altar de la Colegiata de Santa Juliana, repujado en plata al estilo
barroco; se explica en un cartel que fue traído de las Indias en el período de
la dominación española. En efecto, fue donado en 1686 por el Primer Marqués de
Altamira don Luis Sánchez de Tagle, prominente vecino que prestó sus servicios
a la en el gobierno virreinal en la Nueva España.
Otro
monumento notable es el Monasterio Regina Coeli, resguardo de los archivos
diocesanos de Santander; allí se encuentra en los libros de bautizados,
confirmados, casados y finados, la genealogía de la familia De la Tejera, en un
remonte que alcanza el S. XVII.
La
tradición oral de los hispanos de ese entonces, era un continuo rememorar el
arrojo de los ancestros que se hacían a la mar para conquistar tierras pródigas
en metales preciosos; prueba de ello era el frontal de plata de la cercana
Santillana y varios objetos litúrgicos de igual metal, estos últimos fabricados
por orfebres curiosamente vecinos de San Luis Potosí, de esto hace ya
trescientos años.
Los bolsillos
vacíos de los adolecentes, deseosos de satisfactores para iniciar vida propia
disparaban las crisis vocacionales en un lugar que no ofrecía mejor futuro que
emplearse de por vida en las poco redituables labores de la pesca, agricultura
o cría de ganado.
En la
segunda mitad del S. XIX la América continental se había independizado de
España, solo subsistía el resabio de las colonias antillanas de Cuba y Puerto
Rico; por tal causa, en esas posesiones se daba floreciente campo de trabajo
para peninsulares redundante de riqueza para conquistar, ahora en forma
invertida a sus pueblos de origen.
La
aspiración del trabajador emigrante era lograr un reconocimiento social, por
regresar al terruño trayendo una consistente fortuna ganada a lo largo de
muchos años de trabajo y ahorro, que les permitiera construir envidiables casas
y disfrutar de una existencia tranquila, exenta de los amargos apuros
económicos del ayer. Entonces se les antepondría a sus nombres el “Don” (de
origen noble), y el “Tú” cambiaría en “Usted”; pero conservarían el mote de
“indianos”, adquirido desde el comienzo de la aventura.
Otra
ventaja de emigrar “a las Américas”, era excluirse del reclutamiento
obligatorio para ir a la guerra de Marruecos, con el riesgo de perder la vida
en escaramuzas o víctima de enfermedades provocadas por climas malsanos.
JOSE
GUILLERMO ALVARADO OROZCO
EDICIÓN
ESPECIAL, EL SOL DE SAN LUIS, RIOVERDE, SLP, 1º. JULIO DE 1996
Entre los muchos tesoros que guarda Santillana,
llama la atención el magnificente frontal del altar de la Colegiata de Santa
Juliana, repujado en plata al estilo barroco.
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