INVITACIÓN A LA
GUERRILLA
El que suscribe, propietario de la hacienda de San Diego y
otras fincas de campo en el Distrito de Rioverde, para organizar una guerrilla
contra el invasor, invita a los arrendatarios de ella, de “Cieneguilla”,
“Tecomates”, “Gallinas”, “Las Adjuntas”, “Chupadero”, y “Tamasopo”.
A que concurran con él a formar una guerrilla de voluntarios
que, cuando llegue el caso, hostilice y persiga al ejército norteamericano y le
haga una guerra tenaz y continua en justa defensa de nuestros derechos y de
nuestro honor ultrajado. Al efecto,
MANIFIESTA:
Que si
como todos y cada de uno de los mexicanos estamos obligados a defender nuestra
nacionalidad tomando las armas personalmente, porque ha llegado el caso de que
la nación toda se levante a tomar venganza y reparación de los agravios que ha
recibido, yo, que así lo haré también quiero, además, emplear parte de los
bienes que tengo en ayudar a mis compañeros de armas para que nunca y por
ningún motivo ni pretexto, las dejen de la mano, ni se retiren del teatro de la
guerra hasta morir gloriosamente o haber acabado con la infame horda de
salvajes que ha soñado en la conquista de éste hermoso país y con la esclavitud
de nuestra raza.
Deseo por lo mismo, crear otro estímulo y recompensar, en cuanto
me sea posible a los que conmigo quieran cumplir ese tan sagrado deber, que la
patria, hoy más que nunca reclama de todos sus hijos. PROPONGO, pues, lo
siguiente:
I. Todo aquel
de mis arrendatarios que voluntariamente quiera alistarse en mi guerrilla,
ofrezco perdonarle la renta de su casa y de sus animales, desde el tiempo que
empiece a servir en ella y mientras dure la guerra.
II. Además de
esto, a las familias de los que tomen las armas se les dará por mis encargados,
en cada rancho, dos almudes de maíz y un cuarterón de frijol semanariamente
para su manutención y esto, mientras lo haya en mis trojes y bodegas, por el
tiempo que asistan a la campaña.
III. Al que
pusiera su caballo, silla y armas, si alguna de éstas cosas perdiere en el
servicio nacional, será pagado su valor por mí, a la conclusión de las
actividades, previa la debida justificación.
IV. En todas mis
tierras de sembradura serán preferidos, para obtenerlas, los que se alisten en
la guerrilla y no podrán considerarse con derecho a ellas los que permanecieran
egoístas y sordos al clamor de la Patria
V. A los que,
por desgracia, quedaran inutilizados y a las familias de los que mueran en
acción les asignaré, de mi propio peculio, una pensión arreglada a las
circunstancias.
VI. A todo aquel de
mis compañeros que se distinga por su valor y su actividad en la guerra en
grado heroico, concluida ésta le asignaré una recompensa vitalicia en la
proporción debida, que consista en bueyes, tierra de sembradura y bestias para
le proporcionen el descanso a que se haya hecho acreedor por su buen
comportamiento.
VII. Todo el botín
que la guerrilla llegue a hacer al enemigo, será religiosa y proporcionalmente
repartido entre los individuos de ella según previene el reglamento de Estado.
Y la parte que a mí, como jefe, pudiera alguna vez tocarme, la cedo en favor de
mis compañeros.
La Guerrilla se pone bajo la protección de la memoria del
Benemérito General Hidalgo, Padre de la independencia mexicana y toma su
ilustre nombre que llevará en un estandarte con el siguiente lema “¡ O mexicanos o yanquis en el territorio
Mexicano!”.
Bajo éstas bases invitó al alistamiento voluntario, para el
cual quedaron abiertos registros en las casas de los encargados de los ranchos
a donde podrán acudir a alistarse los que gusten, expresando de que manera,
para las respectivas disposiciones. Por lo tanto: Excito al patriotismo de
todos y, en virtud de él, espero se haga por mis arrendatarios un esfuerzo
digno, que coopere a la salvación de nuestra independencia.-
Hacienda de San Diego, Mayo de 1847.- Paulo Verástegui.
José de Jesús Alvarado Orozco – Miscelánea Rioverdense
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