martes, 18 de noviembre de 2014

Una caja del tiempo con un tesoro


Una  caja del tiempo con un tesoro

En los primeros meses de 1990, se coló la noticia del  hallazgo de un tesoro, unos  libros, y documentos, al derrumbar los muros de lo que había sido sucesivamente: el Hotel Monterrey, el Hotel Palma y la Posada San José atendida por “Doña Matianita Puebla”. Los datos resultaron inciertos, solo se investigó que al demoler la antigua casa ubicada en Cinco de mayo No. 9 (antes Aldama No. 3) en la parte superior de la pared de la cocina, muro que colindaba con el predio del lado poniente, que había formado parte de la misma propiedad, a pico y barra para no molestar el muro aledaño, se encontró una caja de madera de mezquite, sin chapa ni bisagras que contenía 2l libros de la edición del Álbum Rioverdense, de Adolfo B. González los cuales se encontraron muy dañados.

El encargado de la obra recogió y repartió algunos y buscó al propietario de la finca, para informar y entregar el hallazgo, lo encontró en la “banca de los políticos” de la Plaza de Armas, frente al quiosco “de Don Chuy” la parte física la constituían dos bancas unidas entre sí, al recibirlos, don José Romo los repartió entre las personas con quienes platicaba. Uno de ellos el Sr. Emeterio Reynaga.   

La familia Cervantes Lucio vivió en esa casa. El doctor Cervantes o algún integrante de la familia guardaron en la pared la “caja del tiempo”, con los textos envejecidos ya por 87 años de polvo y olvido, la verdad se supo después, envejecieron por que no hubo unos ojos que los leyeran, o unas manitas que pintarrajearan en sus hojas en blanco.

El doctor Cervantes figura en el propio libro como regidor, prestamista, agricultor, presidente de un partido político, organizador de los festejos para la inauguración del Ferrocarril. La propietaria de la finca, su esposa  Ramona Lucio Ortega heredó a sus cuatro hijos, para quedar doña Raquel como dueña de tres porciones que testó a sus sobrinas, voluntad frustrada, porque en 1975 se trasmitió a diversa persona que enseguida enajenó.


José de Jesús Alvarado Orozco – Miscelánea Rioverdense 

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