SE SUICIDO POR
EL MAL AMOR DE UNA MUJER
Pregunto aquí
y allá y no le encontró el corazón a los días. Navego en el sudor de la tarde
sin incendio y aprendió a no decir nada, a asumir el silencio como un horizonte
sobre los hombros del recuerdo. La brisa fue un himno de resignaciones que
entono en voz baja.
José Daniel Hernández
Bravo palpito en la ternura sangrienta de una noche sin remedio. El pasado
domingo tomo la pistola y necesito engancharse horas en los labios para decir
con sangre que la extrañaba, que ella todavía le hacía falta hasta para
entristecerse y se descerrajó una bala
calibre 22, para abrir un canal en la memoria.
Antes, desde el
viernes, fin de semana, fin de su vida, había bebido, se había embriagado de
esa mano fría que se llama soledad, la muerte adelantada de los que ya nada
tienen. Cuatro días permaneció con la luna empantanada sobre el rostro, con el
olvido creciendo sobre su cuerpo como crece la yerba sobre la tierra
abandonada.
Escogió el
camino de la mejilla ensombrecida por el corazón que a veces es una lágrima que
no perdona y duele en serio. José Daniel eligió la palabra suicidio para
ponerle una firma irrevocable al desamor que es viento frio y cala en los
huesos.
Poco se sabe
de los que se van de golpe. Se quedan las interrogaciones como ganchos para
colgar historias: José Daniel vivía en la Privada 24 de Febrero, lote número
cinco, de la colonia Primero de Mayo, en esta ciudad. Se quedo con 21 años en
el costal de lo vivido.
Después de
decidir que la vida es una lata vacía que se patea en una noche triste. José
Daniel fue trasladado al Instituto Mexicano del Seguro Social a bordo de una
ambulancia de la delegación de pozos. Las cosas que tiene el destino, la
ambulancia también lloraba.
Se desangro
de amor por los cinco sentidos: Por el oído, por el gusto, por el olfato, por
la vista, y por el tacto; como dijo alguien que también murió joven. Daniel se
murió, se murió a sí mismo.
¿Me escuchas
? Pudo haberle dicho a la mujer perdida que ya no oía sino lo que se escucha
cuando la gente que ya no ama se aleja: Otras voces, otras risas.
¿Me escuchas?
Pudo repetir Daniel como un zumbido de moscas que no saben lo que se siente morirse antes de tiempo.
¿Me escuchas? Pudo gimotear antes de acariciar
la bala como un rictus de entrega, de abandono a lo que no se conoce.
¿A dónde van
los suicidas? ¿A dónde se fue Daniel de 21 años que apenas deja su nombre en
esta nota de periódico amarillo, rojo o verde?
Dicen los
doctores del Seguro que la muerte cerebral y el paro cardiorespiratorio le
entraron por la sien derecha. En realidad la muerte le entro por los ojos
deshabitados de la mujer que quiso.
Esta nota la encontre en policiales de un periodico estatal, me parecio muy bella y la guarde, no archive el nombre del periodico ni la fecha por que todavia no andaba en esas cosas de las historias jajajaja, una disculpa de antemano, (un R2D2 que se puso serio).
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