El libro de bautismos del pueblo de Xichú refiere que el Padre Fray Lucas de los Ángeles, uno de los primeros misioneros del convento de este pueblo, recorrió la serranía del Río Verde y de la Huasteca desde el 7 de enero hasta el 18 de febrero del año de 1601 y bautizó a 364 personas entre niños y adultos.
En esos
tiempos ya no solo había misioneros franciscanos, sino que ya también se habían
asentado eclesiásticos seculares agustinos.
Además de
Fray Juan de San Miguel y de Fray Juan de Cárdenas, Fray Juan Bautista de Mollinedo
abrió el Río Verde a la evangelización.
Fray Juan
Bautista de Mollinedo, hijo de nobles muy ricos, nació hacia 1557 en
Portugalete, pueblo cercano a la Villa de Bilbao en el Señorío de Vizcaya. Sus
padres lo criaron en las costumbres católicas y muy pronto lo metieron a
estudiar al convento.
Muy joven y
sin avisar a sus padres, se embarcó para la Nueva España a buscar fortuna
propia. Aquí entró en conflicto consigo mismo hasta que decidió tomar los
hábitos franciscanos en el Convento de Acámbaro, donde en ese tiempo estaba el
Santo Noviciado.
Hizo su año
de noviciado y profesó con honores, dedicándose a la doctrina y enseñanza de
los indios. Para este fin aprendió la lengua otomí. Pasando el tiempo fue
guardián del Convento de Celaya. Allí sucedió en varias ocasiones en que los
indios que acudían al oficio de campanas para tocar Maitines, encontraban a
Fray Juan Bautista en éxtasis, flotando en el aire ante el crucifijo que aún
hoy se encuentra en la reja del coro.
En esos
fertilísimos campos, valles y riberas donde abunda el agua, los indígenas
vivían entre los riscos y peñascos, manteniéndose de raíces, frutos silvestres
y de la cacería con arco y flecha de animales terrestres, peces y aves, que
abundaban en el lugar.
El río
principal que da nombre a toda aquella Custodia es el que por su profundidad y
abundancia de aguas se dio en llamar Río Verde, no por ser sus aguas de este
color, no por ser muy cristalinas, sino porque mirándolas desde la orilla,
reflejan el verde intenso de la vegetación que crece en sus márgenes.
Este río
tenía muchos peces y con él se podían regar los campos, por lo que desde su
descubrimiento mucho españoles fincaron allí muchas haciendas de ganado mayor y
menor y sembraron trigo y otras semillas, así como caña de azúcar y diversa
fruta que la fertilidad permite.
De esta manera
se estableció el comercio con los indios ya domesticados y se facilitó la
comunicación con los bárbaros que habitaban en la serranía, teniendo la
esperanza de evangelizarlos algún día.
Fray Juan
Bautista llegó al convento y bautizó, casó y evangelizó a cuantos pudo y fueron
muchos. En este lugar supo de los bárbaros que habitaban aquellas serranías y
resolvió adentrarse por aquellos páramos para llevarles el Evangelio.
Visitó los
puestos más comarcanos, empezando por Piniguan, donde edificó una capilla de
madera con techo de carrizo y en ella celebró la Santa Misa. De aquí pasó al
pueblo de las Lagunillas, a Gamotes y a Valle del Maíz, donde fundó un pequeño
convento e iglesia, también de madera y carrizo. Después pasó a los puestos de
Tula, Xaumave, Rucias, San Francisco y San Bernardo, atravesando sus montañas
hasta llegar a las cumbres.
En total
anduvo unas 120 leguas por toda la serranía hasta el último terreno de Río Verde,
lo que en aquellos tiempos fue una verdadera hazaña y portento.
Los salvajes,
lejos de atacarlo, lo escucharon con atención y aceptaron a la doctrina que les
predicaba. Hay testimonios del año de 1640, donde aún buscaban al Padre
Bautista.
Pedro Luis
Naif Chessani, Contador Público y abogado
Atte. R2D2
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