sábado, 12 de febrero de 2022

El Rioverde que viví... y memorias políticas 1949 – 1991 de Pedro Luis Naif Chessani. ANTECEDENTES Parte 3

                                                                                                        

El libro de bautismos del pueblo de Xichú refiere que el Padre Fray Lucas de los Ángeles, uno de los primeros misioneros del convento de este pueblo, recorrió la serranía del Río Verde y de la Huasteca desde el 7 de enero hasta el 18 de febrero del año de 1601 y bautizó a 364 personas entre niños y adultos.

En esos tiempos ya no solo había misioneros franciscanos, sino que ya también se habían asentado eclesiásticos seculares agustinos.

Además de Fray Juan de San Miguel y de Fray Juan de Cárdenas, Fray Juan Bautista de Mollinedo abrió el Río Verde a la evangelización.

Fray Juan Bautista de Mollinedo, hijo de nobles muy ricos, nació hacia 1557 en Portugalete, pueblo cercano a la Villa de Bilbao en el Señorío de Vizcaya. Sus padres lo criaron en las costumbres católicas y muy pronto lo metieron a estudiar al convento.

Muy joven y sin avisar a sus padres, se embarcó para la Nueva España a buscar fortuna propia. Aquí entró en conflicto consigo mismo hasta que decidió tomar los hábitos franciscanos en el Convento de Acámbaro, donde en ese tiempo estaba el Santo Noviciado.

Hizo su año de noviciado y profesó con honores, dedicándose a la doctrina y enseñanza de los indios. Para este fin aprendió la lengua otomí. Pasando el tiempo fue guardián del Convento de Celaya. Allí sucedió en varias ocasiones en que los indios que acudían al oficio de campanas para tocar Maitines, encontraban a Fray Juan Bautista en éxtasis, flotando en el aire ante el crucifijo que aún hoy se encuentra en la reja del coro.

 Cuando le fue encomendada la tarea de evangelizador y custodio en el convento de Santa Catarina, cabecera de la Custodia, Fray Juan Bautista se encaminó con mucho fervor a la tierra del Río Verde.

En esos fertilísimos campos, valles y riberas donde abunda el agua, los indígenas vivían entre los riscos y peñascos, manteniéndose de raíces, frutos silvestres y de la cacería con arco y flecha de animales terrestres, peces y aves, que abundaban en el lugar.

El río principal que da nombre a toda aquella Custodia es el que por su profundidad y abundancia de aguas se dio en llamar Río Verde, no por ser sus aguas de este color, no por ser muy cristalinas, sino porque mirándolas desde la orilla, reflejan el verde intenso de la vegetación que crece en sus márgenes.

Este río tenía muchos peces y con él se podían regar los campos, por lo que desde su descubrimiento mucho españoles fincaron allí muchas haciendas de ganado mayor y menor y sembraron trigo y otras semillas, así como caña de azúcar y diversa fruta que la fertilidad permite.

De esta manera se estableció el comercio con los indios ya domesticados y se facilitó la comunicación con los bárbaros que habitaban en la serranía, teniendo la esperanza de evangelizarlos algún día.

Fray Juan Bautista llegó al convento y bautizó, casó y evangelizó a cuantos pudo y fueron muchos. En este lugar supo de los bárbaros que habitaban aquellas serranías y resolvió adentrarse por aquellos páramos para llevarles el Evangelio.

Visitó los puestos más comarcanos, empezando por Piniguan, donde edificó una capilla de madera con techo de carrizo y en ella celebró la Santa Misa. De aquí pasó al pueblo de las Lagunillas, a Gamotes y a Valle del Maíz, donde fundó un pequeño convento e iglesia, también de madera y carrizo. Después pasó a los puestos de Tula, Xaumave, Rucias, San Francisco y San Bernardo, atravesando sus montañas hasta llegar a las cumbres.

En total anduvo unas 120 leguas por toda la serranía hasta el último terreno de Río Verde, lo que en aquellos tiempos fue una verdadera hazaña y portento.

Los salvajes, lejos de atacarlo, lo escucharon con atención y aceptaron a la doctrina que les predicaba. Hay testimonios del año de 1640, donde aún buscaban al Padre Bautista.

Pedro Luis Naif Chessani, Contador Público y abogado

Atte. R2D2

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