Apócrifa, pero breve historia del pueblo de Rioverde de
Santa Catarina de Alejandría.
1ª de 2 partes.
Cuentan que la Santa Catarina era
la hija de un rey egipcio muy malo, que sin más la mató porque le rezaba a un
Dios sin nombre. Pero esto tiene poco que ver con la verdadera historia de la
ciudad de Rioverde, mucho menos lo tiene con la falsa. Diversos historiadores
se disputan el derecho de afirmar quién es el auténtico fundador de esta
ciudad, como si ellos hubieran sido los protagonistas de la historia. Nunca le
atinan. Por aquellas fechas, en el siglo dieciséis, la región que hoy ocupa
Rioverde estaba poblada por tribus Otomíes. Luego de su colonización ha sido
habitada por fantasmas. La gente que ha vivido en la región: españoles,
mestizos y criollos (a mediados del siglo XX se agregan más españoles), al poco
tiempo de llegar se desprenden de sus equipos corporales y se convierten en
espíritus que, de acuerdo al caso, van a pulular a la plaza de San Antonio, al
panteón municipal, las vías del ferrocarril o la casa de la familia si andan en
busca de ayuda para salir del purgatorio.
La primera alma en pena famosa
fue Fray Juan Bautista de Mollinedo, de quien dicen las malas lenguas, no era
fraile ni repartía las aguas del Jordán. Le gustaba bañarse en el río de la
región, quizás de ahí le viene el mote, porque lo bautizó con el nombre de Río
Verde. Y es que resulta que por aquellos tiempos había un río y era verde, que
hoy en día se ha convertido en una costra que allá de vez en cuando todavía
sangra. Dicen las profecías, tan comunes en esta región, que “algún día las
aguas rellenarán el cauce, arrastrando siglos de odio y progreso, y las aguas
serán tan saladas como el mar”.
Rioverde reconoce a Mollinedo,
oficialmente como su fundador y parar ello le ha construido una estatua en la
Plazoleta de la Fundación (frente a la Parroquia), lugar muy famoso por ser la
sede de conflictos entre los vendedores ambulantes y las autoridades del
ayuntamiento, siempre presentes en los ayuntamientos de todo el mundo. También
existía un colegio Mollinedo, en la calle Gabriel Martínez (antes Ponce), el
que esto escribe pasó seis inolvidables años de fantasmal existencia, bajo la
tutela de unas tiernas, amigables y dulcísimas monjitas, todas ellas unas hijas
del Sagrado Corazón y Santa María de Guadalupe, que en vos confío.
Siguiendo la calle Gabriel
Martínez, se llega a la “Y griega” de las vías del tren, que en realidad es una
“O latina” deforme. En este lugar el tren se da vuelta para regresar a la
estación de Pastora, de donde parte el ramal que conecta con el FFCC San
Luis-Tampico, (si fuera “Y griega” sería imposible, que el tren diera vuelta).
La llegada del ferrocarril a esta ciudad, en los tiempos que siguieron a la
revolución de 1910, supuso la inminente (e impostergable) modernización de la
ciudad. Las minas de la zona media del Estado de San Luis Potosí albergaban
grandes cantidades de piedras que una vez exportadas al extranjero adquieren un
gran valor. Las voraces compañías mineras (las compañías mineras siempre son
voraces en tanto que devoran la tierra sin misericordia), sentaron sus reales
en Rioverde y llenaron los patrios del ferrocarril con montañas de rocas
pulverizadas. La principal de ellas era la fluorita, de donde se saca un
producto contenido en la pasta de dientes (dentífrico dicen en los cuentos de
Archi), que dizque para la prevención de la caries. Desgraciadamente para los
que de ello se mantenían, algo ocurrió en el mercado de valores de los
dentífricos, porque de un decenio para acá ya no es costeable la producción de
fluorita en Rioverde, y por ello ha desaparecido del Directorio Mundial de
Exportadores de Fluorita Continuara….
Amado Nieto Caraveo
Apareció en Internet. En 11 de mayo de 2004.
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