viernes, 25 de julio de 2014

Apócrifa Historia de Rioverde parte 2a. de 2

(vayámonos a pasear a Cd. Fernandez)


Apócrifa, pero breve historia del pueblo de Rioverde de Santa Catarina de Alejandría.
Parte 2 de 2

Los protoespíritus rioverdenses siempre andan pensando en figurar en alguna estadística nacional o mundial de relevancia: que si rompimos el récord de temperatura, que si vendieron un millón de cervezas Carta Blanca, que si sobre el manantial de La Media Luna apareció un artículo en una revista alemana (Der Haffenmiinner un Rioverdrich), que si al Santo Papa le dieron el más dulce jugo de naranjas que jamás haya probado, etcétera. Así pues “El Día en que se acabó la Fluorita” significó luto regional, principalmente para los cientos de choferes de camiones de mineral que se quedaron sin chamba.

 Una visita a los patios del ferrocarril referiría la inequívoca existencia de ánimas legendarias. Hace muchos años que la vía del tren funcionaba de frontera entre el pueblo de Rioverde y la Villa del dulce Nombre de Jesús (hoy Ciudad de Zenón Fernández). La rivalidad era (y sigue siendo) tan grande entre los pobladores de ambas regiones que durante décadas la vía fue escenario de cruentas batallas, casi siempre relacionadas con amores imposibles. Tan parece que ganaron los de Rioverde porque en la actualidad el límite entre ambas ciudades se sitúa un kilómetro más hacia el oeste (y porque las mujeres de la otrora villa viven en Rioverde).

No obstante la “Tragedia de la Fluorita”, seguimos presentes en los Directorios Mundiales de Exportadores de Cacahuete y Miel de Abeja. Esta última la producen los habitantes del ejido “Puente del Carmen”, claro está por intermedio de las abejas. Por ser el azahar del naranjo la flor predominante en la región, la miel de colmena de Rioverde tiene propiedades enervantes y alucinatorias, lo cual acaba explicando siglos de conducta aberrante de sus pobladores. De la miel se extrae una droga llamada “azarine” que administrada a dosis bajas produce buena suerte, pero en muchas cantidades sus consecuencias son catastróficas.

Hubo un tiempo en que la gente sembraba cañas de azúcar y había molinos por doquier. Para los niños de entonces la mayor diversión era asistir a la molienda de la caña y paladear los productos intermedios del piloncillo. Subsisten algunos esqueletos de molinos, objetos de ornato, curiosidad, o vanidad, que nada significa para los actuales niños del video. Los principales productos agrícolas de la región son el chile y la naranja. Hay jitomates, cuando se salvan del granizo; aguacates, cuando no se hielan; melones y sandías, cuando no se inundan. Nadie se explica la presencia continua de la tragedia agrícola, pero siempre este año ha sido el peor de todos. La historia registra una excepción, cuando el auge llegó a Rioverde por misteriosos y cuestionables caminos, que la ley se encargó de echar a perder al tipificarlos como delitos contra la salud.

La tragedia es la esencia de la vida en Rioverde. Si no aparece, hay que inventarla. Existen tres Tragedias Mayores en la mitología naranjópolitana. Dos de ellas se encuentran ampliamente documentadas en el dossier “Tragediario de Rioverde” que se encuentra en la Biblioteca Pública Municipal (en la plaza de San Juan), y son “La Quemazón de La Fama” y “El Derrumbe de la Torre de la Parroquia de Santa Catarina”, la tercera tragedia aún no ha ocurrido, pero el alma del rioverdense la ansía: “El Desplome del Puente Verástegui”.

Por supuesto que en Rioverde ocurrieron batallas gloriosas durante la revolución, ¿dónde no?, el problema es que el más minucioso análisis histórico no ha podido dilucidar si en “La Batalla de las Calaveras” los federales defendían la plaza o se querían apoderar de ella. Se desconoce la importancia estratégica que hubiera podido tener el control de una región aislada entre dos serranías escabrosas y con un río a medio secarse. Seguro que los altos mandos de los ejércitos en combate ni se hayan enterado de los zafarranchos y que todo fue pretexto para los caciques locales.

En Rioverde la historia transcurre con lentitud, cuando transcurre. Varios años después nos enteramos que La Nueva España había cedido el paso a México y todavía hay algunos viejitos de la “Calle del Comercio” que preguntan por Maximiliano. Todos estos “hechos históricos” han sido saqueados de Rioverde, al igual que las piezas arqueológicas de la Media Luna. Subsiste, como quiera, el ánimo trágico, única posibilidad de rastrear un pasado donde siempre es de tarde, huele a azahares, se comen cañas, y de un momento a otro ocurrirá una novedad, que siempre es la misa, porque ya está dicha, por los siglos de los siglos.

Amado Nieto Caraveo. Apareció en Internet. En  11 de mayo de 2004.

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