Al concluir sus actividades del día, La Llave abordó su
automóvil Opel,
de aquellos años e inmediatamente lo encendió. Se dirigió, lo
más pronto
posible, rumbo a una comunidad, pero al ver por el retrovisor
que,
insistentemente lo seguía un VW que le iba sonando,
repetidamente,
el claxon, pensó que le hablaban y aminoró la velocidad.
El coche seguía tocando escandalosamente el claxon y seguía
muy pegado al auto del profesor, y éste hundió el acelerador para alcanzar una
velocidad de
80 km x h, pero el VW seguía pegadito, pegadito y siguió
acelerando
hasta alcanzar los 120 km x h y el VW atrás, muy pegado; el
conductor
encendía repetidamente las luces, pitaba, sacaba la mano por
la ventana
y le hacía señas al profesor, que viendo todo esto por el
retrovisor,
consideró prudente orillarse, tomó su carril derecho pensando
que
trataban de rebasarlo pero, el VW seguía pegadito, las luces
igual, el
sonido insistente del claxon y las señas.
Llegó el aburrimiento y el enojo del profesor, que una vez
que detuvo su Opel, le dijo al otro conductor:
“Pos, bueno, pues qué quiere o porque me sigue. Ya hasta me
orillé y
usted me sigue y sigue.
Fotografía: Lic. Elena Rodríguez de la Tejera
Atte. R2D2
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