Nací, y el mismo día una tormenta de granizo se llevó todas
las cosechas, en los campos no había nada más que recoger, solamente aire frío
y pedazos de hielo, parecía que desde ese momento lo que sucedería en mi vida
sería parte de una urgencia, de algo que traía en la sangre desde ese otro
mundo donde estamos pero no somos.
Escuela Práctica de Agricultura
Con el tiempo me llené de recuerdos, nada rompía mi corazón,
ni si siquiera
esas desesperadas palabras que se guardaban todo el tiempo en
mi cuerpo, en la claridad extraña de mis ojos que miraban hacia un cielo
silencioso y vacío.
El Refugio S.L.P.
Mi pueblo me llenaba de alegría, El Refugio de mi infancia
tenía agua en las entrañas, lo veía azul, a veces coloreado por enredaderas,
framboyanes y bugambilias; los caminos estrechos eran el sitio por donde sin
pudor se besaban los árboles, a veces echaba una mirada a las copas de los más
altos, un idioma de nubes caía sobre mí.
J.K.
Los canales dibujaban arterias, líneas llenas de vida,
circulación estelar, vibrante. Caminar a lo largo de un canal para mí representaba
ver dentro del espejo de la calma, podía ser tranquilidad y sostener el tiempo
en mis manos, caminar sin angustia, sin presente, sin pasado.
Canal en la Media Luna
Muchas veces me pregunté qué hacía en ese lugar, en realidad,
el lugar estaba en mí y lo estará siempre; cada día un detalle, una cosa,
despertará mi imaginación y la memoria, el sitio de mi infancia, las carretas,
el rastrojo, los ancianos, los perros bravos, la prisa para alcanzar un conejo
en el callejón, la niebla de algunas mañanas. El Refugio no es el pueblo a
donde vuelvo, es mi interior que crece cada vez que sonrío, cada vez que amo,
cada vez que sueño.
J.K.
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