DOÑA PACITA
Pasó algún tiempo y por causas del destino me fui a vivir por
el rumbo de la prepa, un rumbo muy apacible entre semana, Curiosamente, en los
años de mayor actividad de la viejita nadie la bautizó, se veía y decían que a
los alumnos flojos, que se quedaban afuera a perder el tiempo, les sonreía con
una cadavérica sonrisa y algo oscuro que llevaba al cuello, como si el rebozo
negro de repente, pareciera una gran culebra negra, y de los ojos rojizos
brotaban extrañas chispas, que a más de uno hizo que ya no pudieran regresar a
seguir perdiendo el tiempo en esta Escuela...... solo tuvimos alumnos
estudiosos en esa época.
Don Santos, tuvo la osadía de sacar el machete con el que
corta el pasto y preguntarle que quería
y que andaba haciendo y por que no contestaba nunca y que a donde se metía, la
viejecita solamente volteó con la extraña y espeluznante sonrisa, el raro
movimiento del rebozo alrededor del cuello al que don Santos tiró un machetazo
y el brillo rojo intenso de esos ojos que parecen que ves al fondo de un abismo
de fuego, le lanzó una extraña jaculatoria en latín sacada del osario, y se
esfumó en un alarde de prestidigitación delante de sus mismos ojos, por
supuesto don Santos se paralizó por unos instantes, y cuando pudo recobrar la
calma lo único que encontró en el suelo fue la cabeza de una culebra negra con
pedazos de las barbas de un rebozo negro salpicado con musgo de cementerio....
Para cuando a doña Pacita ya se le había bautizado con ese
nombre, aunque no estoy segura si será Pacita o Pasita, pero en fin, lo mismo
da. Pues bien, el Lic. Ricardo Castillo fue testigo de otro hecho insólito,
pues a él se le apareció doña Pacita en el mismo corredor, solamente que ésta
vez acompañada del mismísimo hombre de negro que suele salir en la Cancha en
las noches de luna llena, me platicó Ricardo, que en los tiempos de estudiante
(él era uno de los de humanidades que menciono al principio) llegó a ver a la
señora, pero que también se le hizo muy natural, pues vista de lejos la señora
así parece, hasta esa infernal noche de luna llena, muy cercano el día de
muertos, en que dijo:
- ¡a caray!,
quienes serán esos que vienen allí, si la fiesta de muertos es hasta mañana
saliendo del Tenorio-
- ¡oigan,
balines, se equivocaron, la fiesta es hasta mañana!
Por única respuesta obtuvo la extraña sonrisa cadavérica de
la señora, su latinajo, dos pares de ojos rojos chispeando y un raro silbido,
saliendo de la lengua bífida del extraño sujeto, que desde entonces don Santos,
yo, mi hija Rebeca, Ricardo y otros hemos visto en noches iluminadas por el
resplandor de la luna en la cancha de la escuela y no precisamente jugando
basket.
Actualmente fuera de mí y de don Santos, ya la viejecita no
se ha dejado ver; pienso que es como castigo, primero, por la osadía de don
Santos y luego porque yo, con mucho temor me le acerqué, cierta calurosa tarde
de Julio otra vez al anochecer y le dije Oiga señora, no sea malita, si es
usted fantasma, dígame en donde está el tesoro..... Aquella viejita, recurrió
nuevamente a su gran “performance” de “doña Pacita y su infernal jaculatoria,”
en donde por supuesto tuve que salir aterrada y huyendo hacia la Dirección,
ante la insólita mirada del Dr. Harmodio González, que ahora era el Director.
Noches de calor, la tradicional plática de los rioverdenses
al anochecer, sacar sillas a la banqueta, juntarse a platicar los vecinos,
fresqueando en la calle, todo se conjuga, están los vecinos adecuados para ésta
historia y comienzan a platicarla.
- La pobre señora
murió de un susto.
- Y.. ¿cómo fue
eso?
- Fue muy
extraño, ¿recuerdan la huerta de naranjos y todas las flores que había
plantadas?
- Cómo no,
belenes, espuelas, amapolas, perritos, varas de San José, jazmines, nardos,
azucenas, y sabe cuántas más que no me acuerdo.
- Qué buena
mano tenía la señora, interviene otro vecino, que bonitas flores tenía.
- Tal vez eso
fue su perdición
- ¿por qué?
- Recuerdan la
historia de la carreta sin bueyes?
- Ah, sí, esa
carreta pasa por la calle Escandón.
- ¿es aquella
que se oye el ruido y no hay que asomarse a la calle, por que te mueres si la
ves?
- La misma,
dicen que la viejita la vio....
- Y ¿eso que tiene que ver con las
flores?
- Ha, pues es
que ya ves que en donde hay huertas y jardines se meten muchos animales.
- Y ¿eso que?
Bueno, pues dicen que la señora murió de susto, porque una
gran culebra le cruzó por el cuello, cuando ella estaba ya acostada, eso la
espantó y su corazón no resistió.....
Después me platicó Aurorita que eso no era nada, que ya no
había querido ampliar los comentarios porque había niños escuchando, pero que
cierta noche, al regresar Don Pedro de un viaje de varios meses por el
extranjero, en el antiguo jacal que actualmente ocupa parte de la Secretaría de
la Preparatoria, escuchó rezos y oraciones, se asomó por la ventana extrañado y
vio un velorio, el cajón estaba abierto
y cercano a la ventana y alcanzó a ver a la vecina tendida y con una marca
negra como hecha por fuego, en el cuello de la señora, que no le alcanzaba a
cubrir el sudario, pensó que la señora había fallecido y al llegar a su casa,
después de los saludos, los regalos traídos de lejos a la familia y ya de
madrugada, le dijo a la esposa que había que acostarse, porque había muerto la
vecina y había que acompañarla un rato. La esposa le dijo:
- si, es
cierto, pero eso fue hace un mes.
- ¿cómo si lo
acabo de ver ahorita que venía llegando, allí me bajó el carro de sitio y el
chofer, Don Inés, también lo vio.
Dadas las explicaciones pertinentes a don Pedro por parte de
sus familiares, lo comentó con otras personas vecinas y ellas le dijeron que
también lo habían visto, mi tía Faride y mi Tío Chavo , lo mismo que mi cuñado,
el Dr. Carlos Gama.
Todo quedó en el plano de la extrañeza, ¡qué raro!
Pasan algunos años y la viejecita sigue entrando en la
Preparatoria, los alumnos aseguran haberla visto...
- -siempre
desaparece en el mismo lugar- me platican.
- ¿Supiste lo
del Ruco? Me comentó Arturo Lagunillas
- Le salió la
viejita y hasta la intentó ayudar para entrar por el portón.
- ¿y luego?
- La viejita le
dio tal empujón, que el Ruco cayó, ya
ves que tiene polio en una pierna.
-También que
ocurrencias de ayudarla si el Ruco no puede caminar – dice Manuel González,
hasta yo lo hubiera aventado, imagínate en riesgo la tumba más que ayudarla.
-Yaaa...
Manuel...., oye, a propósito me dijeron que hay un tesoro enterrado en la
escuela, no sé dónde, si llegara a saberlo, en la noche vengo y escarbo, me
vale que me expulsen, al fin que ya bien rico me voy a estudiar a otro lado
dice Lagunillas.
- ¿saben qué?
Continúa Manuel, hoy es día de la santa cruz y salen llamas en donde hay
tesoros enterrados hay que quedarnos a ver....
Al día siguiente los muchachos me platicaron como se habían
brincado la barda, armaron una tienda de campaña en uno de los jardines y se
pusieron a velar.... dicen que por aquello de las tres de la madrugada vieron
salir llamaradas en la escalera de la escuela.... no quisieron saber más,
salieron volados dejando la tienda de campaña y un pedazo del pantalón del Ruco
que no pudo brincar bien por su impedimento.
La novedad por la mañana fue encontrar la tienda de Manuel
toda caída en uno de los jardines y un trozo del característico pantalón de
cuadros del Ruco y nadie sabía cómo habían ido a dar allí.
Gracias por leerlo, si te gusto compártelo
Atte. R2D2
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