Perfecto Amézquita y Gutiérrez. Obispo.
Nació en Ciudad
Fernández, S.L.P., hijo de don José María Amézquita y Dña. Cayetana Gutiérrez,
el 18 de abril de 1835, habiendo quedado huérfano desde muy corta edad, un
sacerdote potosino, don Susano Rodríguez, lo tomó bajo su protección,
enviándolo desde luego a León de los Aldama, en cuyo seminario comenzó con
excelente éxito su carrera literaria.
Sintiendo verdadera vocación por el sacerdocio
ingresó hacia 1854, a la congregación de los misioneros bajo cuyo cargo estaba
el seminario, y después de un ejemplar noviciado, practicado en parte en Puebla
de los Angeles, hizo sus votos el 12 de marzo de 1856, no desaprovechando
ocasión para misionar evangélicamente en Zimapán, Huasteca, Mixcoatl y algunos
otros puntos a donde era enviado para tal objeto.
Casulla Mariana
Como deseara vivamente llegar al término de su
carrera, regresó a León, y enseguida pasó a Guadalajara a recibir las Sagradas
órdenes de manos del señor Obispo Dr. Don Pedro Espinosa, quien se las confirió
en la Catedral de aquella Ciudad, el 29 de abril de 1860.
Durante cuatro meses permaneció después en
León, pasando enseguida a Guanajuato, donde fundó un Colegio particular para
varones, el que algunos años más tarde el 28 de diciembre de 1867, fue
inaugurado en Valencia, siendo en ambos óptimos los frutos que obtuvieron los
que ahí recibían su instrucción científica y literaria.
En abril de 1876, fue nombrado cura de
Guanajuato, con este cargo desempeñando a la vez, otras comisiones que le
confiara su obispo, y habiendo pasado a la Capital de la República para ponerse
al frente por pocos días del Colegio de Mascarones, a su regreso de su curato
fue sorprendido con la noticia de haber sido preconizado Obispo de Tabasco, lo
que tuvo efecto el 7 de junio de 1876, y recibió la consagración episcopal el 5
de septiembre del mismo año; cuéntase del desprendimiento de nuestro
biografiado, que habiéndole obsequiado sus padrinos, vecinos prominentes de
Guanajuato, una cartera con veinte mil pesos, no tomó ni uno sólo de ellos,
sino que toda la cantidad la destinó a cubrir las deudas que había contraído
para la fundación y sostenimiento de sus benéficos planteles.
Casullas de Obispo
Posesionado de su Diócesis, de Tabasco, comenzó
por establecer escuelas reedificar la Catedral, impartir auxilio de los
necesitados y cuando ya los recursos que sabía arbitrarse se habían agotado
echando mano de sus escasos intereses, gastando en sus buenas obras, hasta los
medios que le eran mas preciosos para la vida.
En 1893, fue nombrado asistente al Concilio de Antequera,
donde puso manifestar sus excelentes oratorias, y en 1896, al Tercer Concilio
Mexicano, al que fue llamado en calidad de consultor.
Habiendo fallecido el Obispo de Puebla, el
señor Vargas, el 14 de septiembre del propio año, el señor Amézquita, fue
preconizado para cubrir esta vacante el 30 de noviembre, recibiendo dicha
Diócesis el 14 de marzo siguiente, y como siempre había demostrado gran empeño
por la educación de la juventud, lo primero que hizo en la Capital, de su nuevo
Obispado, fue fundar entre otros establecimientos de instrucción los que el
denominó, familia Episcopal, Artes y Oficios, y Escuela Normal para Varones.
No duró mucho tiempo en su nueva diócesis de
Puebla, pues después de haber ejercido en ella su ministerio en durante 3 años
con notable acierto y ejemplar virtud y evangélica caridad falleció el 27 de
octubre de 1900.
Las obras más notables literarias y oratorias
que legó a la posteridad fueron entre otras: Cinco Cartas Pastorales a los
Tabasqueños, y otra a los Guanajuatenses; Una Oración pronunciada en la
Catedral de León, en la fiesta que se celebraba a la Virgen de la Luz; (1885),
Un discurso pronunciado en una distribución de premios en el Sagrado Corazón de
Jesús, en San Juan Bautista (1888); Inscripción a la Prensa de Tabasco
(Oct.1889); Un Memorándum sobre la Instrucción que se había dado en las
escuelas de su obispado durante los primeros cinco años de gobernarlo: Una
alocución pronunciada ante S.S. León XIII (en latín), en 10 de marzo de 1885,
con motivo de la coronación de la misma virgen y algunas prosas más que corren
impresas en periódicos y en folletos.
Su infatigable caridad evangélica, su afán por
el adelanto de la juventud y su talento nada vulgar, le hicieron notable entre
sus contemporáneos.[1]
Obras: Bibliografía. El Domingo. Siendo cura
de Guanajuato el señor Amézquita redactó un Semanario de ese título, informe
que en la solemne distribución de premios del Colegio de Santa María de
Valenciana, rinde su rector,[2]
Crf.[3]
[1]Francisco de Asís Castro. Revista. El
Azteca. Ib. Pág. 4.
[2]Rafael Montejano y Aguiñaga. Bibliografías
de los Escritores de San Luis Potosí. Pág. 23.
[3]Rafael Montejano y Aguiñaga. Los
Obispos de San Luis y Ciudad Valles. Las Diócesis y otra Información. San
Luis Potosí. 1987. 31pp de 17.3x23.2 cm. Pág. 11.
[1]José Francisco Pedraza Montes. Ib.
Pág. 21.
Jose de Jesús Alvarado Orozco - Miscelanea Rioverdense
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