miércoles, 4 de febrero de 2015

UNA LEYENDA DE LA ESCUELA PREPARATORIA DE RIOVERDE S.L.P. DOÑA PACITA 1ª de 2 partes


UNA LEYENDA DE LA ESCUELA PREPARATORIA DE RIOVERDE S.L.P.

DOÑA PACITA
1ª de 2 partes


Aquella apacible tarde de Julio, pardeando ya, a esa hora en que se ha dado en llamar la hora cero, cuando estás entre la oscuridad y el día, en un caluroso verano, esperando en la salida de donde se encontraba la Dirección, en aquel entonces, la llegada del Director, Lic. Rocha la vimos llegar... entrar por el portón, que era la entrada habitual de alumnos, cuando todavía la Preparatoria de Rioverde tenía sus puertas abiertas a toda hora. Como era época de vacaciones solamente nos encontrábamos en la escuela Don Güero, que así llamaban al inolvidable conserje Don Pepe, Chayito, la tesorera y bibliotecaria y yo.

-          Señora, ¿a dónde va?, ya vamos a cerrar, no hay nadie.
Impasible, la frágil señora que avanzaba extrañamente, como si flotara, vestida a la antigua usanza de las viejecitas falda larga, un mandil largo también al tobillo y un rebozo, no se dignó contestarnos.

Corrimos rápidamente y la vimos seguir por el pasillo de entrada, le hablamos, pues estábamos a punto de cerrar. Chayito se fue por el pasillo entre los salones y yo salí por el lado del portón, allí iba, etérea, frágil, ubicua, extraña...

-          ¡Señora! - La llamé.
No contestó, llegó a donde se encuentra actualmente el local de nuestro tradicional Don Vale y la perdí de vista.
-          -¿se regresó? Pregunta Chayito.
-          no, se fue para donde tú ibas,
-          no, yo ya no la vi.
-          ¿en dónde está entonces?
-          Quien sabe, pensé que se había regresado.
-          ¡qué raro!

Nos regresamos a la Dirección a esperar al Lic. Rocha para las firmas sin darle mayor importancia.

-          -Oiga, pregunta don Pepe
-          -¿Qué anoche vieron a la señora?
-          ¿cuál señora?
-          La que entra aquí
-          Sí, vimos que entró una señora, pero no nos dimos cuenta a qué horas salió,
-          - es que no salió
-          ¿cómo?, ¿se quedó encerrada toda la noche?
-          No, no es eso, es que....
-          Es que, ¿qué? don Pepe.
-          Es que.... esa señora ya no sale, sólo se le ve entrar, pero no salir.
-          Ay don Pepe, ahora nos va a decir que hay fantasmas
-          No creo que sea fantasma, porque es bien real, pero no sale y se pierde en el cruce de los pasillos.
-          A poco....
-          Pregúntenle a Manuel González y a los de humanidades, a ver que les dicen...

Manuel y los de humanidades sí pensaron que era un fantasma, cosa que nos pareció de lo más atrevida, ellos incluso la habían visto varias veces, me platicaron, yo creí que andarían tomados o algo así o que era broma, no les creí.

Pasó algún tiempo y por causas del destino me fui a vivir por el rumbo de la prepa, un rumbo muy apacible entre semana, estudiante (él era uno de los de humanidades, el que menciono al principio) llegó a ver a la señora, pero que también se le hizo muy natural, pues vista de lejos la señora así parece, hasta esa infernal noche de luna llena, muy cercano el día de muertos, en que dijo:
-          ¡a caray!, quienes serán esos que vienen allí, si la fiesta de muertos es hasta mañana saliendo del Tenorio-
-          ¡oigan, balines, se equivocaron, la fiesta es hasta mañana!

Por única respuesta obtuvo la extraña sonrisa cadavérica de la señora, su latinajo, dos pares de ojos rojos chispeando y un raro silbido, saliendo de la lengua bífida de la extraña aparición, que desde entonces don Santos, mi hija Rebeca, Ricardo Castillo y yo, y otros hemos visto en noches iluminadas por el resplandor de la luna en la cancha de la escuela y no precisamente jugando básquet.

Actualmente aparte de mí y de don Santos, ya la viejecita no se ha dejado ver; pienso que es como castigo, primero, por la osadía de don Santos y luego porque yo, con mucho temor me le acerqué, cierta calurosa tarde de Julio (me pregunto por qué le encanta salir en vacaciones), otra vez al anochecer y le dije Oiga señora, no sea malita, si es usted fantasma, dígame en donde está el tesoro..... Aquella viejita, recurrió nuevamente a su gran “performance” de “doña Pacita y su infernal plegaria,” en donde por supuesto tuve que salir aterrada y huyendo hacia la Dirección, ante la insólita mirada del Dr. Harmodio González, que era que para entonces era el Director y me vio venir corriendo a toda prisa, quien me preguntó.

esperen mañana la segunda parte de la leyenda y la rvelacion del nombre de la escritora

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